LA NAO DE CHINA

De regreso a casa

Lo mismo hice con la parte empresarial mexicana y el aparato burocrático vinculados con Asia, con quienes experimenté el arte de la famosa premisa nuestra ¡es para ayer! y la tradicional normatividad gubernamental en el sentido más profundo de la palabra

OPINIÓN

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Adolfo Laborde / La Nao de China / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace más de dos años salí de México; fui a trabajar a Japón como funcionario público. A lo largo de este periodo tuve la oportunidad de reunirme con muchos funcionarios de distintos países, pero, sobre todo, con los japoneses pertenecientes a los Ministerios que, de alguna manera u otra, llevan la relación política y económica con nuestra nación.

Recorrí los pasillos en numerosas ocasiones del Ministerio de Economía, de Relaciones Exteriores, de Finanzas, así como agencias como JETRO, JBIC, JICA; sostuve una gran cantidad de reuniones con mis contrapartes, como también visité una infinidad de empresas de todos tamaños, desde la PyME japonesa interesada en importar tequila o mezcal de México, hasta las mega multinacionales que buscan un lugar para aterrizar sus inversiones millonarias aprovechando las facilidades (incentivos) que en aras de atraer y aterrizar mayores flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) al país, los tres órdenes de gobierno ofrecen (municipal, estatal y federal). 

Lo mismo hice con la parte empresarial mexicana y el aparato burocrático vinculados con Asia, con quienes experimenté el arte de la famosa premisa nuestra ¡es para ayer! y la tradicional normatividad gubernamental en el sentido más profundo de la palabra. 

No es fácil ser funcionario público, ni mucho menos empresario con planes de invertir y hacer negocios en Asia, menos aún en un contexto de austeridad que impacta de manera directa la proyección internacional y relaciones económicas de México. A todos ellos, mi más profundo respeto y admiración que con muy poco, hacen mucho.

Nunca imaginé que esta extraordinaria experiencia profesional cambiaría mi visión de la región del Asia Pacífico, pero especialmente de Japón, país al que, por motivos personales y de estudio, le tengo cariño, sin embargo, esa cercanía no significó, en esta ocasión, observar a la tercera economía del mundo con ojos críticos o desde una perspectiva romantizada como muchos la tienen. 

No, los intereses nacionales del país en esa región, pero sobre todo, en el archipiélago nipón deben de ir más allá de lo que tradicionalmente se menciona sobre la relación bilateral, que, en la mayoría de las ocasiones, termina en convertirse en un simple mantra o un cliché desgastado y manoseado. 

Debemos de ir más allá de los bonitos recuerdos de la migración japonesa en Chiapas a finales del Siglo XIX, el Tratado de Comercio, Amistad y Navegación de 1888 o del discurso de la importancia para la relación económica entre México-Japón de las más de 2600 empresas japonesas establecidas en el país. 

Todo esto es importante, de hecho, es la columna vertebral de la relación bilateral, pero pienso que hay madurez y estamos listos para que subamos al siguiente nivel, es decir, a una relación más simétrica. 

México no sólo es fundamental para la industria japonesa (no sólo la automotriz) sino también para su seguridad alimentaria, más aún, cuando en los próximos años en un contexto de la regionalización de la economía global y, por ende, del expansionismo (nearshoring) o la reestructuración de las cadenas de valor de las empresas japonesas será una constante gracias a la gran cantidad de problemas derivados de los conflictos globales ya conocidos por todos nosotros.  

Paralelamente a todo este engranaje del que fui parte, también estuvo la proximidad con el objeto de estudio, es decir, Asia. En esta región, además de lo que ya se sabe, se están germinando fenómenos que se desprenden de su propio acontecer histórico que, me parece, debemos de entender en su perfecta dimensión para que, de alguna manera, como país, tomemos las decisiones dentro de una perspectiva de riesgo y no de incertidumbre. 

Esta columna, que hoy, tras dos años de pausa, se reactiva y tendrá el objetivo de contribuir a ello, es decir, explicar de manera sencilla y didáctica lo que sucede en ese lugar desde la visión teórico-práctica de un académico que tuvo la gran fortuna haber estado sentado en la primera fila del espectáculo llamado Asia en el siglo XXI. 

POR ADOLFO LABORDE
EXREPRESENTANTE DE LA SECRETARÍA DE ECONOMÍA EN JAPÓN

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