Desde Afuera

EU y México, ¿cooperar o no?

Pero también es fruto de la voluntaria ignorancia que políticos de cada país tienen respecto a la situación y los intereses del otro, a veces con refugio en el nacionalismo y en formulaciones que suenan patrióticas

EU y México, ¿cooperar o no?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Afirmar que las relaciones entre Estados Unidos y México pasan por un momento bajo parecería un simple ejercicio de obviedad.

En gran medida, sin embargo, la situación es fruto de la cercanía, o incluso, del grado de integración alcanzado por las dos sociedades en una relación que es cada vez más interméstica, o sea internacional con impacto doméstico.

Pero también es fruto de la voluntaria ignorancia que políticos de cada país tienen respecto a la situación y los intereses del otro, a veces con refugio en el nacionalismo y en formulaciones que suenan patrióticas. 

Por varias décadas, la relación fue gobernada por la conciencia de la asimetría y el pragmatismo. Principios como "estar de acuerdo en estar en desacuerdo" o el aislamiento de temas irritantes para evitar la "contaminación" del resto fueron usados con éxito para mantener en términos manejables una creciente y muy compleja, amplia y profunda integración socio-económica.

Hay intereses reales de política doméstica en ambos lados. La campaña desatada por legisladores republicanos para describir a México como un peligro para Estados Unidos busca aprovechar el problema de los cárteles en México para subrayar su meta de presentar al gobierno de Joe Biden como débil y un fracaso en el control sobre la frontera entre los dos países, o sobre temas como migración y narcotráfico.

Claro que los republicanos son frecuentemente "chicken hawks" o polluelos de halcón que gustan de las soluciones de fuerza en tanto que no afecte sus intereses o los pongan en riesgo, pero encuentran adversarios a modo en un gobierno mexicano con más activistas que administradores o expertos y una visión de que sus medidas son justas y sin disposición a negociar más que bajo presión.

Resulta más fácil alegar que Estados Unidos está bajo el ataque de unos poderes extranjeros llamados cárteles de la droga en México, como afirmó el senador republicano Lindsay Graham.

Paralelamente, probablemente sea más simple refugiarse en el nacionalismo para evitarse la molestia de aceptar que los cárteles son un problema real para la gobernabilidad de México, por lo menos a niveles regionales.

Y si se agregan las presiones creadas por demandas de inversores estadounidenses contra el retorno del gobierno mexicano a políticas energéticas "nacionalistas" o a la importación de productos agrícolas  transgénicos, el tema se torna más complejo: son temas de abogado y de interpretación de acuerdos firmados, pero que resultan centrales para la razón de ser de ambos gobiernos, afirmación patriótica para el mexicano y defensa del imperio de la ley para el estadounidense.

Pero como advirtió recientemente el exembajador Earl Anthony Wayne, "la naturaleza de la cooperación bilateral puede mejorar la prosperidad y el bienestar mutuos o permitir que las oportunidades desaparezcan y aumenten las tensiones, como se ha visto en las últimas semanas".

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM

@CARRENOJOSE1

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