De aquí y de allá

Google... 12,000 despidos: perder todo para ganar más

“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”. -Julio Cortázar-

Google... 12,000 despidos: perder todo para ganar más
Google despidió a 12,000 empleados. Foto: Pixabay

No, yo no fui uno de los 12,000 empleados despedidos hace una semana de Google, sigo trabajando como Editor en Jefe en El Heraldo de México Digital, pero conozco perfectamente esa amarga sensación de perder lo querido, el lugar seguro, de iniciar desde cero, de tener que dejar ir. Y sí, es un cliché, pero ahora, más que nunca, estoy convencido que todo final, por doloroso que sea, es una oportunidad.

“Una cachetada”

Alphbet, la matriz de Google, se unió a la ola de despidos en las empresas tecnológicas de Estados Unidos y eliminó 12,000 puestos de trabajo de un plumazo, o para describirlo con precisión, con fríos correos electrónicos y bloqueos de acceso.

"Es difícil de creer que después de 20 años en Google, me enteré que era mi último día a través de un correo electrónico”, escribió en LinkedIn Jeremy Joslin. “Fue como una cachetada, ojalá pudiera haberme despedido de todos cara a cara".

Y es que esa mañana de viernes será difícil de olvidar para todos aquellos que se levantaron como cualquier otro día y acudieron a su centro de trabajo sin saber que su tarjeta de acceso había sido cancelada. No podía ser de otra manera, la empresa emblema de la inteligencia artificial y la digitalización encargó a una puerta automatizada despedir a las personas, fue el zumbido denegando la entrada lo que anunció el adiós. No un gerente, no un encargado de recursos humanos, mucho menos un compañero. Sólo un conjunto de chips y cables.

"Ser despedido a través de un correo electrónico, sin ningún reconocimiento por el tiempo o el impacto en la empresa es una manera difícil de salir", agregó Joslin.

“Falta mucho para tener un poco de compasión y tacto".

Bajo la misma lógica que utiliza un algoritmo o lenguaje de programación, las corporaciones sincronizaron los despidos. Contados por millares y como lo hacen las computadoras cuando toman decisiones por sí mismas en las películas de ficción: sin remordimientos.

Meta, Twitter, Amazon, Microsoft, IBM, póngale usted el nombre que desee, fue una reedición de la “burbuja del internet”, aquella que en los 2000 eliminó a diestra y siniestra empleos en la incipiente industria digital y terminó con la bonanza en empresas como America On Line, de la cual yo formaba parte y vi cómo cerraron sus operaciones en México (advertí que conocía bien la sensación de perder el trabajo por esos numeritos que aparecen en las pantallas de las bolsas de valores).

“Me enteré cuando fui a trabajar a las 4 de la mañana para terminar un análisis importante, y mi acceso no funcionó. Después de 17 años y medio en Google, fue una manera difícil de descubrir que me había convertido en un Xoogler", contó Dan Russell, otro de los miles de despedidos.

En los múltiples testimonios de los afectados por el recorte masivo en Google se percibía fácilmente la sorpresa y la decepción, esas sensaciones preámbulo de una aún más inquietante. La incertidumbre.

¿Y ahora qué?

Hay marcadas diferencias entre perder a un ser querido, un negocio, el trabajo o atravesar por un divorcio, la magnitud del evento y la manera en que cada quien encara el duelo lo hacen un proceso íntimo, sin embargo una situación es común ante cualquier final, ese eco inicial que nos devuelve nuestras preguntas sin respuesta por más que gritemos: “¿qué sigue?”, “¿cómo podré continuar?”.

Dice la filosofía que las dificultades ayudan al ser humano a conocer sus límites. ¡Vaya manera de aprender!, uno preferiría un tutorial de YouTube o un libro de texto, pero así es.

Hace casi una década conocí a Fernando y sigo recordando fielmente su historia. Él era un feliz y acomodado administrador de empresas en San Luis Potosí que perdió su trabajo por un recorte en la multinacional en la que trabajaba. Tres hijos, hipoteca, colegiaturas, gastos, todas las facturas seguían llegando puntualmente mientras su liquidación se escurría como agua entre la manos sin que una oportunidad laboral apareciera en el horizonte.

Foto: Pixabay

“Pensé en lo peor, jamás había atravesado por una situación así”, me explicó varios años después de esa época de crisis. Arrinconado por la situación, él y su familia salieron a la calle a vender papas fritas. Sí, en un puesto ambulante como jamás lo hubiera imaginado.

Hagamos corto el cuento largo: resultó que Fernando y compañía eran buenos para ese negocio de las frituras. No fue de la noche a la mañana, ni mucho menos fácil, pero con el tiempo pasaron de la informalidad a un local, de ahí a empaquetar su producto y hoy en día tienen una empresa que se convirtió en el principal proveedor de papas fritas de las rosticerías en el Bajío.

¿Cómo descubrió este profesionista promedio su habilidad en la industria alimentaria? La necesidad fue una bendición, reconoce.

La nada es una oportunidad, el fondo es piso seguro para levantarse y volver a construir. Y no reduzcamos la introspección de la pérdida al éxito económico. Revisen sus historias, han sido las decepciones, las caídas y los errores los que les ayudaron a crecer.

Entre los 12,000 despedidos de Google habrá quien descubra nueva vocaciones, quien encuentre que su lugar nunca estuvo dentro de una oficina, quien siga trabajando en otra tecnológica, quien abrace a su familia como hacía años no podía, quien pueda al fin tomar el sol de mediodía al aire libre. Es una docena de miles de oportunidades multiplicadas al infinito.

Hay recomendaciones y guías para sobrevivir a la pérdida, decálogos que los coach de vida prometen sirven para recomponer la vertical y seguir adelante. ¿Los vamos a citar aquí? No.

Cada pérdida es distinta, cada ser humano es único y lo que haga con ese momento de crisis es su decisión.

Benditos finales, sin ellos no habría inicios.

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