A unos días de cumplirse un año de la invasión rusa vemos que la guerra parece interminable, ya que no hay signos que apunten hacia una negociación entre las partes. Por el contrario, los combates se han exacerbado, en tanto Rusia prepara una nueva contraofensiva y EU y Europa aceleran los envíos de armamento sofisticado a Ucrania.
La semana pasada, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, la guerra de Ucrania estuvo en el centro de las discusiones de 40 líderes internacionales. En su discurso, el presidente Volodímir Zelenski comparó la admirable resistencia ucraniana frente a la invasión rusa, con la lucha de David contra Goliat, advirtiendo que Moldavia y otros países que formaron parte del bloque soviético están amenazados por Moscú.
El canciller alemán Olaf Scholz recordó que la invasión rusa se realizó bajo la sombra de las armas nucleares, mientras que el presidente francés Emmanuel Macron, dijo que la hora del diálogo todavía no ha llegado porque Rusia escogió la guerra, ha atacado infraestructura civil y cometido crímenes de guerra. Por su parte, Vladimir Putin recibió en Moscú al mandatario de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, reafirmando su alianza estratégica.
La invasión de Ucrania ha evidenciado la fragilidad del orden internacional basado en reglas concebido al final de la II Guerra Mundial y colocado a Europa en una situación crítica. Esta guerra no sólo ha transformado el mapa geopolítico global, sino que ha mostrado nuevamente la inoperancia del sistema de ONU para prevenir y resolver conflictos.
En el suelo ucraniano no sólo se juega el destino de Europa sino la viabilidad de convivencia pacífica entre potencias que poseen ahora medios militares inimaginables hasta hace poco. Si bien, esta guerra tiene lugar bajo el peligro de un accidente nuclear o del uso de armas tácticas nucleares, hoy en día el armamento cibernético nos pone frente a riesgos de consecuencias imprevisibles. En este marco, los avances tecnológicos y la IA han permitido el desarrollo de armas autónomas capaces de evaluar, definir y ejecutar acciones militares.
En diciembre pasado, a sus 99 años de edad, pero con una lucidez sorprendente, Henry Kissinger publicó un artículo en la revista Spectator, bajo el sugerente título de Cómo evitar otra guerra mundial. En el ensayo Kissinger advierte que los líderes mundiales deberían reflexionar sobre las consecuencias en el conflicto ucraniano y a largo plazo que podrían derivarse del uso militar de estas tecnologías, subrayando que el mundo no está preparado para que las computadoras y la inteligencia artificial determinen el curso de una guerra, sobre todo, cuando no hay certeza de que los dirigentes sean capaces de controlar estos dispositivos.
Si bien ahora no parece haber condiciones para una negociación diplomática, no es posible resignarnos a que esta guerra sea interminable.
POR CARLOS DE ICAZA
EMBAJADOR EMÉRITO Y EXSUBSECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES
LSN