Seamos claros: los ataques terroristas deben condenarse siempre, sin matices ni cortapisas. Asesinar civiles inocentes de manera indiscriminada, torturar mujeres, secuestrar niños y ancianos y mantenerlos como rehenes, y acribillar familias enteras no admite justificación política, social, ideológica, cultural ni religiosa.
Lo que el grupo terrorista Hamás ha hecho ameritaría la condena unánime. El gobierno de México y el presidente López Obrador no deberían titubear.
“No queremos tomar partido”, dijo AMLO en su mañanera del lunes pasado. ¿Tomar partido? No hay partido que tomar. No se trata de estar con Israel o en su contra. Tampoco de apoyar a Palestina o darle la espalda.
Solo hay un lado correcto, el de la paz. Hamás es un grupo extremista que no representa a los palestinos. No es un Estado defendiendo límites geográficos ni un territorio; es una organización terrorista que está asesinando civiles indefensos.
Israel tiene todo el derecho a defender su territorio y a sus ciudadanos, aunque en honor a la verdad hay que apuntar que su respuesta a los brutales ataques ha sido en exceso violenta, llevándose vidas de palestinos inocentes –niños incluidos- entre las patas.
No podemos normalizar el terrorismo ni equipararlo con el derecho de un Estado nación a defenderse. Hamás no sigue ningún código ni ley, más allá del deseo de extinguir a Israel como Estado. Israel, ahora, no se detendrá hasta aniquilar a ese grupo extremista.
En este tramo de la guerra, no lo obviemos, no se debate la causa histórica del pueblo de Palestina o Israel, su existencia como Estados, ni la soberanía de sus territorios. Lo que sucede es vil terrorismo que busca asesinar a inocentes. Los civiles, en ambos lados llevan la peor parte. Por eso el gobierno mexicano y el presidente tendría que condenar los hechos de sangre y violencia.
Las imágenes que han dado la vuelta al mundo no dejan espacio para la tibieza; son devastadoras: asesinaron, violaron, y secuestraron a niñas, niños, mujeres, y. adultos mayores sin límite, incluyendo el rapto de mexicanos. Eso se condena. Siempre. Venga de quien venga y se escude en la causa que se escude.
-Off the record
La reunión en un departamento de Polanco ocurrió tal cual la describimos. Ahí estuvo Clara Brugada, como dijimos. Las preguntas de quienes, en el ala dura de Morena, quieren “detener” el crecimiento en las encuestas del puntero en CDMX, Omar García Harfuch, fueron tal cual las que publicamos. Algunos se molestaron porque, quizás, no deseaban ser balconeados en sus simpatías, y preferían seguir criticando a quien podría convertirse en candidato al gobierno de la capital, desde la “objetividad” que, ya se vio, no aplica en este caso, donde tienen favorita. Se vale, por cierto. Si apoyan a una aspirante y critican a otro, están en su derecho. Aunque probablemente deberían decírselo a sus audiencias, para no confundir a quienes los pueden considerar imparciales. Allá ellos.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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