Hace un año, muchos especialistas dudaban que habría guerra en Europa: es casi imposible, decían. Pero a inicios de 2022 Rusia invadió Ucrania y se abrió el cambio geopolítico más relevante desde los ataques del 11 de septiembre, cuyas consecuencias se sienten en todo el mundo: la tragedia humanitaria, la ampliación de la OTAN, la inflación.
Las arenas de la política exterior son impredecibles; sin embargo, también es indispensable preparar escenarios. Para 2023, en México debemos prestar atención al menos a cuatro grandes fenómenos que se desenvolverán fuera de nuestras fronteras, pero nos atañen.
Primero: cómo avanza, o se deteriora, la política en EUA. Hace un mes, el partido demócrata logró victorias importantes que debilitaron a Donald Trump. Sin embargo, continúa siendo un país polarizado, con amplios sectores que apoyan proyectos populistas, hostiles a México en asuntos como migración, comercio y derechos humanos. En 2024 habrá nuevas presidencias y Congresos en México y Estados Unidos, pero las dinámicas que pueden determinar los resultados se definirán este 2023.
Segundo: los eventos internacionales de los tres años pasados, empezando por la pandemia y luego la guerra europea, crearon una muy alta inflación a nivel global, que a su vez produjo elevadas tasas de interés que desaceleran las economías. Esto ha producido inconformidad social en múltiples países, lo cual genera dos problemas interrelacionados: el deterioro de la calidad de vida, y el caldo de cultivo para el avance de los populismos. De acuerdo al estudio de IPSOS, la mayoría de la gente (entre 74% y 79%) piensa que estas tendencias permanecerán en 2023, lo cual obliga a los gobiernos nacionales no sólo a proponer soluciones internas, sino a cooperar en el plano multilateral.
Tercero: desde el inicio de la presidencia de Joseph Biden, quedó claro que Estados Unidos cambió su foco de atención central de Oriente Medio al llamado Indo-pacífico, donde se definirán las esferas de influencia del siglo XXI, particularmente frente a China como la gran potencia emergente. La salida de Afganistán, así como la nueva y poderosa alianza AUKUS (Australia, Reino Unido y EEUU) son señales claras de este reacomodo. En ese sentido, ese proceso avanzará y México debería tomar una definición respecto a su posición. La guerra comercial intermitente con China y la disrupción de cadenas de suministro global abren una oportunidad única para sellar nuestra integración con América del Norte.
Finalmente, 2023 será un año de disrupción tecnológica: desde herramientas de inteligencia artificial que ya están a disposición del público (con la capacidad de sustituir millones de trabajos), hasta la compra de Twitter, plataforma que moldea el debate global, por el hombre más rico del planeta. En estos asuntos se juega nuestro futuro: la estabilidad política, la economía, la seguridad de los servicios públicos, bancarios, de seguridad. Muchos de nuestros aliados están a la vanguardia en estos temas (EUA, Israel, Francia, etc.), pero si no fomentamos la cooperación por la vía diplomática, nos quedaremos solos y vulnerables.
A veces no lo valoramos, pero México es uno de los países con más peso global: por nuestra economía, geografía e influencia política. Nuestra voz pesa, pero si no hablamos nadie nos va a oír. Este 2023 será difícil en el plano internacional, pero sí podemos enfrentarlo. Lo que necesitamos es reactivar una diplomacia inteligente, que defienda nuestros intereses.
Claudia Ruiz Massieu
@ruizmassieu
Senadora y ex Canciller de la República
MAAZ