COLUMNA INVITADA

México en el Consejo de Seguridad de la ONU

Por quinta ocasión en la historia México fue miembro del CS de la ONU en el bienio 2021-2022, que acaba de concluir

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Por quinta ocasión en la historia México fue miembro del CS de la ONU en el bienio 2021-2022, que acaba de concluir. Fue una actuación sobria, destacada, propositiva e imaginativa. Un equipo de diplomáticos profesionales en la Misión de México en la ONU, dirigido por Juan Ramón de la Fuente, con el apoyo de la Cancillería, mantuvieron una actuación más que decorosa. Hubo una cuidadosa preparación de la labor a desarrollar, se escogieron bien las prioridades de México y se respondió, conforme al derecho internacional y la Carta de la ONU, al reto que significó la invasión de Rusia a Ucrania. Enhorabuena.

Además de presidir comités creados por el propio Consejo, vitales para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, como el establecido en la resolución 1540 sobre la no proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas, México se involucró en la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos que aquejan a un gran número de naciones en todos los continentes, incluyendo los casos de Afganistán, Colombia, Etiopía, Haití, Libia, Siria, Yemen, Malí, República Centroafricana, Sudán del Sur, el Sahara Occidental, Chipre, la República Democrática de Congo, Somalia o los programas nucleares de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) e Irán. 

En relación con la invasión a Ucrania, México votó a favor de la resolución que condenó la agresión de Rusia, violando claramente el Artículo 2, párrafo 4, de la Carta de las Naciones Unidas. Pero no se limitó a condenar la agresión, sino que promovió resoluciones para atender las consecuencias humanitarias de la guerra en Ucrania y en la necesidad de ayudar a la población civil. 

México se abstuvo en una moción de países occidentales para expulsar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Fue el voto correcto. Baste recordar que una de las principales razones del fracaso histórico de la Liga de las Naciones en los años treinta del siglo pasado, que culminó en la Segunda Guerra Mundial, fue precisamente la expulsión de algunos de los principales miembros de aquella institución, que había sido creada para promover el diálogo y la negociación. La ONU no debe repetir la misma fórmula ya fracasada. 

México aprovechó la oportunidad de presidir el Consejo de Seguridad para promover debates sobre pobreza extrema y los conflictos, y la diplomacia preventiva a través de la labor de los principales órganos de las Naciones Unidas. Logró que se adoptaran declaraciones y resoluciones sobre estos temas que demuestran, una vez más, que son cuestiones de enorme relevancia internacional. 

Mención aparte merece la decisión de llevar al Consejo la discusión sobre el tráfico ilícito de armas. Es un tema que duele enormemente a nuestro país.
Durante mucho tiempo las grandes potencias, grandes productores y vendedores de armas, se han opuesto a que el asunto sea tratado en el Consejo de Seguridad. Por ello, constituye un triunfo de nuestra diplomacia haber logrado no sólo un debate abierto sobre el tema en el que participaron docenas de gobiernos que comparten nuestra preocupación por el tráfico de armas, sino la aprobación de una resolución que refuerza las normas internacionales que buscan limitar hasta donde sea posible ese tráfico criminal.

Para los lectores interesados, recomiendo la revisión de los informes de la SRE y la Misión de México en la ONU, que ofrecen todos los detalles de la labor realizada durante el bienio. https://mision.sre.gob.mx/onu/index.php/mexico-en-el-
consejo-de-seguridad

La experiencia demostró que México tiene las capacidades diplomáticas para mantener una política exterior multilateral efectiva. No debemos permanecer ajenos a las discusiones de los grandes temas que afectan la paz y la seguridad internacionales. Estamos obligados a tratar de contribuir constructivamente a un mundo en que prevalezcan relaciones pacíficas y estables. No debemos nunca quedarnos callados frente a las políticas agresivas de cualquier estado, o las abiertas pretensiones de dominación de grandes potencias. Debemos siempre procurar un mundo mejor basado en reglas.

México debe volver al Consejo de Seguridad en el menor plazo que resulte posible, aunque la lista de aspirantes de América Latina y el Caribe ya se alarga hasta 2039.

Ahora bien, es necesario reconocer que el Consejo de Seguridad está en crisis, profundamente dividido y paralizado desde 2011, por los vetos que desde entonces imponen los miembros permanentes, en particular Rusia y China, a diversas cuestiones que afectan la paz internacional. El Consejo sigue aprobando muchas resoluciones sobre temas que no involucren los intereses de las grandes potencias, pero en las situaciones en que alguno de los miembros permanentes considera que se afectan sus intereses la parálisis es casi total.

Además, la reforma del Consejo ha demostrado ser imposible hasta ahora. No hay acuerdo sobre la pretensión de los cuatro Great Pretenders (Alemania, Brasil, India y Japón), que buscan afanosamente un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, con el mismo derecho de veto de los actuales cinco miembros permanentes (China, EUA, Francia, Reino Unido y Rusia). No se puede apoyar una aspiración que, en la práctica, se traduciría en mayor parálisis del Consejo, pero tampoco se puede mantener un órgano que es cada vez menos representativo y eficaz. La situación del Consejo de Seguridad muestra la complejidad real que reviste la reforma de las Naciones Unidas. 

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS ES PROFESOR EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@MIGUELRCABANAS
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX   

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