Malos modos

Por qué quiero trabajar en la 4T

Estuve fuera por unas semanas, y la distancia me ayudó a entender algo: quiero chamba en la 4T

Por qué quiero trabajar en la 4T
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Estuve fuera por unas semanas, y la distancia me ayudó a entender algo: quiero chamba en la 4T. Puede que quienes me conozcan se llamen a sorpresa: no he visto con buenos ojos las aportaciones de nuestro presidente. Pero tengo buenas razones para dar el volantazo. “Que en una de esas te toca una súper adjudicación directa a tu esposa, tu hermana o tu hija”, dirán algunos. Bueno, sí. Es una buena razón. Pero no es la más importante.

“Que le puedes meter la mano impunemente al erario, como en Segalmex o el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado”, dirá alguien más. Ok: es otra buena razón. Digo, 9500 millones no los tiene ni Javidú. Mi motivación central, sin embargo, tiene algo como de, digamos, zen, en términos de imagen pública. Es la sensación de libertad, de serenidad absoluta, de quien ya no tiene nada que perder porque ya no hay un oso capaz de quemarlo más. La paz del condenado a muerte, la muerte social.

Esto viene a cuento porque, hace un par de días, Hugo López-Gatell, el Doctor eso, Muerte, tuvo la cara de plantarse en la Organización Panamericana de la Salud y pedir un “voto por voto”, a raíz de que la candidata cuatroteísta, Nadine Gasman, fracasó en la elección para la presidencia del organismo. A mí, qué quieren que les diga, me dio envidia.

Debe ser re sabroso poder decir lo que sea, donde sea, cuando sea, porque tu imagen no tiene margen de deterioro. A la señora Gasman, al parecer, la perjudicó que su marido, un doctor cubano, esté acusado de que se hayan retenido los salarios de los “médicos” de su país que trabajaban en Brasil, es decir, de participar en esa forma de esclavitud laboral isleña que tanto promueve nuestro gobierno.

¿Movió eso al Doctor Muerte a cierta mesura? Nombre. Cuando eres responsable de unas 750 mil muertes, te han cachado sin mascarilla cuando estás contagiado, te han documentado un récord de mentiras y hablaste de la fuerza moral y no de contagio del presidente, has alcanzado ya el nirvana de los impresentables y te puedes dejar ir.

Bien por Muerte. Bien porque, queda claro, ha aprendido del mejor. Nuestro presidente es el Mozart del impudor verbal. Es ese virtuoso del auto quemón que habla de Mussolini en la ONU, le dice a California que ahí le manda Sembrando Vida y asegura que va por la paz en el mundo, literal, con un plan que consiste en que Ucrania le dé chance a los rusos de ocuparla durante cinco años. ¿Cómo sorprenderse entonces de las sandeces de Gatell, o de los baños de gasolinera de Cuit, por ejemplo?

Presidente: contráteme. Quiero, necesito esa libertad, esa paz en el alma.

Termino con una observación crítica, nada más. Muerte se quedó corto. Doctor: era el escenario ideal para agarrar la jarra de agua, azotar la mesa y gritar: “Repudio total, al fraude electoral”. Luego, que arda el mundo.

POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09

MAAZ

 

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