Política y Diplomacia Sostenible

Rusia: desde México con amor

El presidente López Obrador dedicó su discurso del 16 de septiembre a presentar una iniciativa de paz para la guerra en Ucrania. Su propuesta resultó una sorpresa para el gobierno ucraniano quien la calificó de “un plan ruso”

Rusia: desde México con amor
Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El presidente López Obrador dedicó su discurso del 16 de septiembre a presentar una iniciativa de paz para la guerra en Ucrania. Su propuesta resultó una sorpresa para el gobierno ucraniano quien la calificó de “un plan ruso”.

Veamos la propuesta. En palabras del presidente, “Se trata de buscar con urgencia un acuerdo para detener la guerra en Ucrania y lograr hacia adelante una tregua de cuando menos cinco años en favor de la paz entre todas las naciones para dedicar todo ese tiempo a enfrentar los grandes y graves problemas económicos y sociales que aquejan y atormentan a los pueblos del mundo.”

En principio, las iniciativas de paz son bienvenidas. Sobre todo, cuando provienen de un presidente que parece no dimensionar el impacto de la política mundial en nuestro país, como lo muestra su ausencia de los foros internacionales, y su falta de interés en relacionarse con otros jefes de estado, ya sea para defender los intereses de México, como para promover las mejores causas de la humanidad.

Para el presidente, Rusia, el país que lanzó una invasión armada sobre su vecina Ucrania, en violación flagrante de la Carta de la ONU y el derecho internacional, no es la responsable de la guerra. Los culpables son Estados Unidos y sus aliados europeos en la OTAN. Según el presidente “grupos de interés situados en posiciones de poder gubernamental o económico se esmeran en conducir la política hacia el conflicto armado…De esa manera se originaron la guerra de Rusia en Ucrania, las posteriores sanciones adoptadas y el masivo envío de armas al país invadido, acciones que aportaron a la confrontación en curso una dosis adicional de irracionalidad.”

Ahora se entiende por qué el presidente nunca ha condenado la invasión de Rusia a Ucrania, como sí lo hizo la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el voto afirmativo de su gobierno. Para él, Rusia solo merece una “reprobación” por sus acciones. No es lo mismo.

Las invectivas del presidente fueron para los países de la OTAN, liderados por Estados Unidos, porque están ayudando a Ucrania a defenderse de su poderoso vecino con armas y sanciones económicas, medidas que, a su juicio, “únicamente han servido para agravar el conflicto…para agravar el desabasto de alimentos y de energía y para impulsar la inflación mundial, fenómenos todos que perjudican a la gran mayoría de los pueblos del mundo.” ¿Entonces Ucrania debió someterse dócilmente a la invasión de Rusia de su territorio, sin ofrecer ninguna resistencia, sin pedir ayuda a nadie, sin defender a su población ni su integridad territorial?

El presidente no defiende el derecho de Ucrania, como de cualquier otra nación, a la legítima defensa “individual o colectiva”, frente a una agresión extranjera, contenido en el artículo 51 de la Carta de la ONU. Tampoco aprecia el derecho de Ucrania a la libre determinación, y a que Rusia no intervenga en sus asuntos internos, un principio que el presidente considera sagrado, y enarbola con frecuencia para evitar críticas a las dictaduras latinoamericanas que violan los derechos humanos.

El presidente también endilgó críticas a la ONU porque “permanece inactiva y como borrada, presa de un formalismo y una ineficacia política que la dejan en un papel meramente ornamental.” Duras, pero injustas palabras. El Consejo de Seguridad, del que su gobierno forma parte en el momento actual, donde mantiene una muy destacada y reconocida actuación, está impedido de tomar cualquier decisión por el veto de Rusia. Pero la Asamblea General, donde ningún país puede vetar sus resoluciones, sí adoptó una decisión, con el apoyo de una amplísima mayoría, incluyendo a México, para condenar la invasión y exigir la salida de las tropas rusas de Ucrania. La ONU no ha hecho más por que Rusia lo ha impedido.

El presidente invita al Primer Ministro Modi, de la India, al Papa Francisco y al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, a formar un comité que busque el de hostilidades y un diálogo directo entre los presidentes de Rusia y Ucrania. No queda claro si antes de hacer pública esta iniciativa se consultó a los líderes mencionados. Por la negativa reacción de un alto funcionario ucraniano, está claro que a Ucrania no se le consultó.

Lanzar una propuesta de mediación internacional con duras críticas a una de las partes o a sus aliados, o sin consultar previamente a las dos partes, ni a las personalidades que se sugieren como mediadoras, no es la mejor manera de construir una propuesta diplomática viable. Para colmo de males, dirán los malquerientes, proviene de un país incapaz de controlar sus altos niveles de violencia. Una vez más, lo que se advierte es una enorme proclividad del presidente a criticar a Estados Unidos, aunque en esta ocasión no los haya mencionado.

La prolongación de la guerra en Ucrania es resultado de un pésimo cálculo del presidente Putin, quien nunca esperó la fuerte resistencia del pueblo ucraniano, y una mayor cohesión entre los miembros de la Unión Europea y de la OTAN. China, hasta ahora aliada de Rusia, e India, que había mantenido una posición neutral, empiezan a mostrar serias dudas sobre la capacidad de Rusia para vencer en este conflicto. “No es tiempo de guerras” le advirtió públicamente el Primer Ministro Modi a Putin en reciente reunión en Samarcanda, Uzbequistán, en el camino de la seda.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS IZQUIERDO
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS ODS EN EL TEC DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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