A 37 años de aquel 19 de septiembre, a 5 del inverosímil 19 de septiembre del sismo siguiente, un cambio profundo en la ciudadanía y en las instituciones posibilita la expectativa de aminoramiento profundo del impacto de riesgos sísmicos.
También la disminución de riesgos derivados de una estructura de toma de decisiones basada en rutinas desmanteladas tres años después del primer sismo.
En 1985 y en 2017, la estructura social y política del PRI comenzó a ser demolida y una nueva ciudadanía todavía mayoritaria en 2022 comenzó su ascenso a tareas públicas mediante liderazgos que ocuparon el espacio de la incapacidad y la corrupción que ya eran entonces muy visibles. El primer impacto de ese sismo fueron las elecciones de 1988, en un proceso consolidado en 1997.
Además de ser político, el aprendizaje de la solidaridad, empatía y organización de la ciudadanía catapultó una nueva etapa de protección civil. Scott G. Knowles, autor de “Investigación de Desastres y la Segunda Crisis Ambiental” y de “Los expertos en desastres: dominar el riesgo en la América moderna”, apunta que después de cada desastre hay un lamento reiterado: aprender de la tragedia para que no vuelva a tener el mismo impacto. Y de esto ya hay un récord.
En la capital nacional podemos decir que se ha transformado esa visión, con innovación y solidaridad, especialmente determinación contra las incapacidades y corruptelas exhibidas por el 2017.
Los cambios actuales están relacionados con la decisión de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a favor de fortalecer la gestión integral de riesgos. Se creó una Secretaría reveladora de la decisión de asumir la rectoría en estos temas. Más Estado y más ciudadanía. Un cambio real donde las dos grandes experiencias previas fueron enriquecidas por la participación controversial, en debate democrático, amable y maduro —o no— que es esencialmente distintivo de esta época.
La prevención es dinámica y demanda herramientas innovadoras. Uno de esos instrumentos fundamentales en este proceso es la creación de un verdadero Atlas de Riesgos.
El enriquecimiento de este documento en la CDMX tuvo como punto de partida la visión integral de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, Myriam Urzúa, quien reconoce ahí la oportunidad para conocer las vulnerabilidades de la ciudad.
Anteriormente, el Atlas de Riesgos de la capital nacional sólo daba cuenta de las amenazas y peligros en el territorio, lo que se puede consultar en cualquier mapa o monografía. Ahora, con la intervención de sociedad civil, sector empresarial y autoridades se conformó un documento que conjunta vulnerabilidades ambientales, sociales y económicas que permite identificar las zonas en las cuales no se debe habitar.
La utilidad se aprecia en un dato comparativo. En tres años suma 75 millones de descargas, antes no pasaba de 18 mil.
La cultura de la prevención es la fortaleza que permitirá salvar vidas, y es una tarea en renovación constante; de todas y todos. Es la cultura política de otro régimen. Una forma, también, de honrar a quienes no sobrevivieron a los sismos del 85 y el 2017.
POR SALVADOR GUERRERO CHIPRÉS
Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México
@guerrerochipres
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