Mientras comienza a desarrollarse la campaña sobre las elecciones legislativas de noviembre próximo en Estados Unidos, se inician también los escarceos en torno a la lucha por la Presidencia en 2024.
Y de creer a algunos especialistas, pese a que los más viables aspirantes tempranos son el actual presidente Joe Biden, por el Partido Demócrata, y el expresidente Donald Trump, por el Republicano, ninguno de los dos acabará por serlo: Biden tiene 79 años y algunos creen que ha perdido la vitalidad necesaria para un puesto tan demandante. Pero peor aún, su gobierno ha estado salpicado por continuas crisis, de la pandemia de COVID-19, a una inflación reflejada en el alto precio de la gasolina, complicaciones internacionales y luchas políticas, tanto dentro de su partido, como con los republicanos.
Biden es un negociador e hizo una carrera legislativa de más de 30 años como tal, pero aparece como débil frente a sus opositores y eso ayuda muy poco a su imagen en un momento en que la política estadounidense parece cada vez más estridente y sus practicantes siempre listos a liarse a puñetazos. Sus índices de aprobación están por debajo de 50 por ciento y no son pocos los candidatos demócratas que tratan de marcar sus distancias con el mandatario.
La historia entre los republicanos es diferente, aunque marque una situación similar. Trump tiene una imagen de combatividad personal reflejada en su choque con el gobierno, a propósito de los documentos que sacó de la Casa Blanca. Muchos de esos papeles están marcados como secretos de Estado y debieron haber sido entregados al final de su Presidencia; pero se presenta como víctima de las autoridades.
También se ha transformado, a pesar de los esfuerzos de republicanos tradicionales, en el virtual "cacique" del partido y promovido la selección de candidatos afines a las ideas de grupos que se sienten representados por él, incluso racistas y xenófobos. Pero es un ave de tempestades que despierta tanto el entusiasmo y lealtad entre sus partidarios como la animosidad y furia de opositores. Su popularidad también está por debajo de 50 por ciento.
Republicanos temen que la candidatura presidencial los condene a la derrota y se preocupan porque un anuncio que oficialice sus ya evidentes pretensiones se convierta en un catalizador para sus adversarios. Hay quien considera que si le fuera negada la candidatura republicana a Trump, éste se lanzaría como independiente.
En ese marco, bien podría usarse la descripción hecha por Bill Schneider, un veterano politólogo para quien la actual situación estadounidense podría describirse así: "lo que buscan los demócratas ahora es un luchador. Bajo Trump, la derecha radical se ha apoderado del Partido Republicano. Los demócratas no están buscando un líder para hacer tratos con la derecha radical. Quieren un líder que les dé un puñetazo en la cara".
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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