COLUMNA INVITADA

Secretarias y docentes

Más allá de la titularidad de la dependencia, se concibe a las y los profesores como ejecutores y entes pasivos

OPINIÓN

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Laura Ramírez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Se anunció hace unos días un nuevo cambio de secretaria de Educación Pública, el tercero del sexenio, lo que hace pensar que la SEP se ha convertido en un trampolín político, y, peor aún, al ser el décimo en los últimos tres sexenios, muestra que no hay un proyecto educativo de largo alcance que priorice el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en México. 

¿Qué pasa con las y los maestros? Más allá de la titularidad de la dependencia, se sigue concibiendo a las y los docentes como ejecutores, como entes pasivos que reproducen en el aula mensajes homogéneos que parten del centro y de arriba, que implementan lo que un documento de planes y programas prescribe.

La realidad es que las y los maestros son agentes de cambio, motor principal de la transformación educativa, quienes conocen el contexto donde opera la escuela, la realidad de cada uno de sus estudiantes, y de nada sirve el paso de una secretaria a otra si no hay un plan de formación y acompañamiento a las y los docentes que surja de lo que ellas y ellos realmente hacen y necesitan para impactar en el desarrollo de sus estudiantes. 

Acompañamos a dos grupos de docentes ABC en sesiones formativas; la conclusión de esas experiencias es que hay que volver a poner el foco en la pedagogía, repensar las habilidades de liderazgo de las y los maestros; sistematizar las prácticas que funcionan y entender por qué hay otras que no funcionan; brindarles herramientas para el acompañamiento socioemocional, no como recetas de cocina, sino con la apertura para que puedan implementarlas con su comunidad escolar, y permitirles crear ambientes propicios para el aprendizaje; eso sólo es viable si la SEP confía en las y los docentes, y confiar no significa dejarlos solos, sino generar políticas públicas claras y enfocadas a garantizar el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes, pero con flexibilidad y con diálogo permanente con las comunidades escolares. 

El reto es enorme y empieza con una visión de autonomía escolar de la cual todavía estamos lejos; se requiere un cambio, de perspectiva de la profesión docente para dejar de verlos como ejecutores y empezar a acompañarlos como verdaderos agentes de cambio y finalmente se requiere concebir la escuela como un espacio fundamental para el desarrollo, donde la diversidad de cada uno y el contexto en el que se inserta sea una fortaleza y no un obstáculo. 

Las secretarias de Educación Pública se suceden –con más frecuencia de lo deseable–, pero en la cotidianidad de la escuela los procesos no se detienen, las maestras y los maestros continúan trabajando con sus estudiantes. Desde luego varía el grado de compromiso, también los resultados, pero es una realidad que los procesos en el aula siguen su camino; de ahí la importancia en poner el foco en lo que realmente importa: qué estrategias funcionan para que cada niña, niño y joven desarrolle plenamente sus habilidades académicas, emocionales y ciudadanas, y qué necesitan las y los docentes para que así sea; todo lo demás es accesorio y no contribuye a garantizar el derecho a aprender.

POR LAURA RAMÍREZ
DIRECTORA DE ACTIVACIÓN DE AGENTES EN MEXICANOS PRIMERO
@LAURAMI0316

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