La división política y hasta las posibilidades de violencia en Estados Unidos parecen hoy mayores que nunca, una semana después de que agentes de Policía Federal catearan la casa del expresidente Donald Trump en busca de documentos secretos ilegalmente sustraídos de la Casa Blanca.
Ninguno de los dos factores es sorpresa. Han sido cada vez más visibles los últimos 30 años, con toda clase de causas.
La intervención policial en Mar-a-Lago levantó ámpula entre grupos derechistas que, al menos los últimos años, se han hecho visibles en el Partido Republicano y mantienen una expresa lealtad hacia Trump. Las autoridades han manifestado preocupación por las posibilidades de violencia contra agentes de Policía Federal y hay reportes de llamados a la insurrección en redes sociales extremistas.
El hecho es que, según el Instituto Pew, "la polarización partidista ha sido durante mucho tiempo un hecho de la vida política", pero a diferencia de un pasado reciente y, sin embargo, cada vez más remoto, "los republicanos y los demócratas ven no sólo al partido contrario, sino también a su gente bajo una luz negativa" y los describen como cerrados, deshonestos, inmorales y menos inteligentes.
Una encuesta señala, por ejemplo, que los militantes ven a los del partido contrario como inmorales.
En 2016, 47% de los republicanos y 35% de los demócratas dijeron que los del otro partido eran más inmorales que otros estadounidenses. Hoy, son 72 y 63% respectivamente.
Las implicaciones son enormes y se reflejan en la cultura y la política, con la convicción creciente de que lo hace el otro partido es malo, o negativo para el país.
La violencia está vinculada. Podría alegarse que los intentos de grupos presuntamente izquierdistas por protagonizar movimientos guerrilleros, sobre todo en los años 60 y 70, fueron en alguna medida exagerados por los medios. El tamaño de grupos, como los Minutemen o el Ejército Simbionés, nunca fue causa de real preocupación. Los Black Panther fueron demolidos a base de una sistemática destrucción de su imagen y su efectividad como grupo cívico.
La diferencia real está en los grupos de derecha, que tienen profundas raíces en al menos una parte de la sociedad estadounidense, sobre todo en aquellos sectores donde todavía se considera justificado el intento de secesión de los estados confederados en defensa de su forma de vida, incluso la economía basada en la esclavitud.
Estos se han vinculado con agrupaciones nacionalistas, neonazis, supremacistas blancos, que llevan décadas en desarrollo y han trabajado efectivamente tanto para incrementar su influencia en gobiernos municipales, estatales y su presencia en los poderes legislativo y judicial federal, como por su presencia y reclutamiento entre cuerpos de Policía y las Fuerzas Armadas.
Y Trump, hoy por hoy, parece un catalista para la derecha.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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