POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

Última llamada

El próximo encuentro de los presidentes de México y Estados Unidos es una oportunidad para reencauzar la relación bilateral, para que nuestro país obtenga beneficios tangibles. Ojalá y se aproveche

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El presidente López Obrador visitará al presidente Biden en Washington el próximo 12 de julio. Es una buena noticia, especialmente ahora que el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC) cumple dos años de su entrada en vigor. Pero puede ser la última oportunidad, la última llamada, para reencauzar la relación bilateral hasta 2024, cuando tendrán lugar elecciones presidenciales en ambos países.

Una vinculación que siempre ha sido muy compleja, ha sufrido sucesivos desencuentros en los últimos años, casi en todas las esferas, incluyendo la seguridad y la cooperación contra el crimen organizado; la migración; el cambio de las políticas energéticas en México; temas de derechos humanos y democracia en el hemisferio, y hasta por la invasión de Rusia a Ucrania. Son desencuentros, oportunidades perdidas en una relación muy asimétrica.

Los informes en el Congreso, y declaraciones públicas de altos funcionarios estadounidenses sobre el dominio territorial que han alcanzado organizaciones criminales en México, revelan que hay una creciente preocupación en esferas oficiales en Estados Unidos sobre los resultados reales de la política de seguridad del gobierno mexicano. Además, algunas autoridades estadounidenses interpretan que hay una decisión deliberada por parte del gobierno mexicano de reducir lo más posible la cooperación bilateral contra el crimen organizado.

La tragedia de la muerte de 53 migrantes, la mayoría mexicanos, debido al calor y la asfixia, en un tráiler cerca de San Antonio, Texas, puso de manifiesto la quiebra total de los sistemas migratorios de los dos países, evidenciando que, en el momento actual, el verdadero administrador de los flujos migratorios entre México y Estados Unidos es el crimen organizado. Es inconcebible que estos flujos tengan lugar a través de las carreteras federales mexicanas y estadounidenses, atravesando cruces fronterizos oficiales, sin que absolutamente ninguna autoridad, en ambos países, los haya detectado.

Pero esta tragedia producto de la corrupción también evidenció, una vez más, el error de la ausencia del presidente López Obrador en la Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Los Ángeles, California, la ciudad con mayor influencia mexicana en Estados Unidos, y que tenía como uno de sus temas principales la migración regional. El presidente desperdició una gran oportunidad de encabezar a los países de Mesoamérica, a quienes visitó unos días antes, y muchos latinoamericanos, para promover en Estados Unidos un cambio en las reglas del juego para regular la migración subregional. Al menos, se habría incrementado el apoyo de muchos sectores de la sociedad estadounidense.

Ahora, en su próxima visita a Washington, tendrá que enfrentar él solo el tema migratorio, frente a un Congreso en que es imposible que se apruebe una reforma migratoria de gran calado. El enfrentamiento público del presidente con varios senadores y diputados estadounidenses no contribuirá a una buena recepción en la capital de nuestro vecino.

La participación del presidente López Obrador en la reunión de las principales economías sobre energía y cambio climático, convocada por el presidente Biden, en la que anunció un decálogo de medidas para contribuir a atemperar el calentamiento global, fue bien recibida en algunos sectores en ambos países. Sin embargo, la negativa para autorizar la operación de plantas privadas productoras de energía solar y eólica ya existentes, que implican inversiones muy cuantiosas ya realizadas, no sólo desalientan nuevas inversiones, sino que inyecta dudas sobre las verdaderas intenciones del gobierno de México de facilitar la transición hacia energías limpias.

El presidente ha sostenido que su apego estricto al principio de no intervención le impide hacer cualquier juicio sobre las crecientes violaciones a los derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero se olvida que nuestra constitución también postula como principio rector de la política exterior “el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos”. Además, a diferencia de esos países, su gobierno sostiene una sana política de apertura total al escrutinio internacional en materia de derechos humanos, que debe mantenerse como pilar de nuestra democracia.

Pero sin duda el mayor costo que México ha pagado por algunas de sus políticas internas, que han provocado desencuentros con Estados Unidos en muchas áreas, es la pérdida de beneficios por el reacomodo del mapa geoeconómico internacional. Por su ubicación geográfica, y la existencia del TMEC, nuestro país debería ser el principal beneficiario del relativo distanciamiento entre Estados Unidos y China, atrayendo a miles de empresas que han decidido reubicarse en América del Norte. Pero no hemos sabido aprovechar una oportunidad que se presenta cada cien años.

En suma, el próximo encuentro de los presidentes de México y Estados Unidos es una oportunidad para reencauzar la relación bilateral, para que nuestro país obtenga beneficios tangibles. Ojalá y se aproveche.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS IZQUIERDO
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS ODS EN EL TEC DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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