Desde Afuera

¿Preocupa demanda?

El desdén con que el presidente López Obrador se refirió al caso, es una cuestión de política interior. Dice a seguidores "no le tengo miedo a los gringos"

¿Preocupa demanda?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En una situación ya esperada, la Representación Presidencial Estadounidense para Comercio Internacional (USTR) anunció una queja contra medidas y propuestas de ley de México que en su opinión afectan a intereses estadounidenses. Canadá informó que se sumaría a la denuncia.

El proceso, en el marco del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), se prolongará un año o más y será sobre todo una cuestión de presentación de datos y alegatos de abogados ante un panel especializado. De hecho, el proceso se veía venir hace meses.

En ese sentido, el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que no es preocupante y de paso puede afirmarse que tampoco es una suerte de represalia del gobierno del mandatario Joe Biden por los desplantes del mandatario mexicano.

Pero no es algo que ayude a largo plazo, ni en términos de economía, de inversionistas externos ni en cuanto a la relación con el país vecino.

En cierta forma, el desdén con que el presidente López Obrador se refirió al caso es una cuestión de política interior. Le habla a sus seguidores y les dice "no le tengo miedo a los gringos", un tema siempre popular en contraste con las manifestaciones de alarma de algunos sectores de la oposición.

Pero en otro terreno, es también una especie de banderilla.

Biden es considerado como un presidente políticamente débil, con un Congreso que prácticamente no responde a sus propuestas más que de forma muy limitada. Su realidad es que tiene un Senado donde las fuerzas están equilibradas 50-50 entre sus demócratas y los republicanos, y una Cámara baja con 220 correligionarios contra 211 de la oposición, y enfrenta perspectivas de serias pérdidas en las elecciones legislativas de noviembre.

Paralelamente, y pese a lo comprometido de su situación doméstica, está dedicado a tratar de restablecer el liderazgo y las alianzas estadounidenses en el mundo, mientras enfrenta desafíos que van de la crisis de la globalización, la inflación y los precios del petróleo a las secuelas de la pandemia de COVID-19, de la guerra en Ucrania al reto chino en el Pacífico.
La postura del gobierno estadounidense está significada por señalamientos de que no presionará al de México, como señal de respeto por su independencia.

Pero también el aviso implícito de que habrá consecuencias.

En lo político, los demócratas, tan irritados como estén con Biden, no van a agradecer que López Obrador contribuya a la imagen de debilidad del estadounidense; los republicanos tampoco se lo van a agradecer, y algunas iniciativas importantes, incluso migración, pueden sufrir las consecuencias.

En ese sentido, permanece la imagen de desdén a los términos de acuerdos firmados con inversionistas internacionales y se suma a que está en lo posible que muchas de las empresas que hoy fabrican aquí dejen de hacerlo, sea por demanda de sus propios accionistas o consumidores, por problemas laborales o de seguridad.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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