DE LEYENDA

Para ganar

También hay constancia en no desalentarse, en no permitir que la derrota, inevitable en este tipo de actividad, destruya el ánimo y la motivación para seguir. Pero a veces eso no es suficiente. Este fin de semana vimos un par de eventos que nos lo recuerdan

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Constancia, según el diccionario, es firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos. Cuando hablamos de éxito deportivo nadie ignora el papel vital de esta cualidad. No solo debes ser talentoso y querer algo, tienes que estar dispuesto a perseverar hasta conseguirlo.
 
Así, salvo casos excepcionales, se asume que los deportistas de alto rendimiento son constantes. No solo para desarrollar la disciplina que requieren, para estar permanentemente sometidos a las exigencias del deporte que practican. Deben comer de una manera determinada, levantarse o acostarse a horas concretas, entrenar lo que deben, cómo deben, cuándo deben y un sinfín de requisitos y restricciones que afectan toda su vida. También hay constancia en no desalentarse, en no permitir que la derrota, inevitable en este tipo de actividad, destruya el ánimo y la motivación para seguir. Pero a veces eso no es suficiente. Este fin de semana vimos un par de eventos que nos lo recuerdan.
 
De un lado tenemos el caso mexicano. Hace pocos días todos hablábamos del buen momento de Sergio Pérez en la Fórmula 1. Parecía que su constancia tras años de pelear en la competición e intentar con diferentes equipos, estaba siendo recompensada. Sin duda, este es el año de Checo y la sensación de satisfacción de la que todos nos contagiamos, después de su triunfo en Mónaco, y su increíble regreso en Silverstone para lograr el segundo lugar, tras ir en último, nos embargó y nos permitió soñar.
 
Lo veíamos seguro, ágil, con la actitud de quién está convencido de poder lograrlo y con un comportamiento impecable. Y todo estaba rindiendo frutos, tanto que se ha llegado a hablar de que puede contender por el título. La temporada es joven, pensamos, y sí, son muchos puntos de distancia, pero se puede, matemáticamente se puede.
 
Pero el domingo pasado, en el Gran Premio de Austria, tuvo un incidente con George Russell en una curva y no terminó la carrera. Los puntos perdidos tuvieron un impacto en la tabla general de posiciones y en nuestro entusiasmo, pero, sobre todo, nos desalienta la información que salió de Red Bull con respecto a que se le instruyó no intentar pasar esa curva de esa forma. Eso significaría que la situación fue provocada por el piloto al tomar una mala decisión.
 
Checo ha defendido su acción, pero las sombras que también lo han acompañado toda la campaña se levantan de nuevo. Es inevitable pensar en la eliminatoria del Gran Premio de Canadá en la que, por un error reconocido por él, se estrelló contra el muro de contención. Al día siguiente tampoco pudo terminar la carrera por problemas en el auto, y aunque no es claro si una cosa es consecuencia directa de la otra, seguro están relacionadas.
 
Es en este punto cuando otra palabra con C empieza a tener importancia. La consistencia. No me gustaría demeritar el trabajo de Checo, es un gran piloto y las decisiones que toma en segundos o menos son, en su mayoría, correctas, por eso está donde está ahora. Tampoco creo que deba despedirse de la temporada por completo y renunciar a, al menos, quedar en el podio de la clasificación general de pilotos. De nuevo, la temporada es joven…
 
Pero sí quiero reflexionar un poco sobre el enorme peso que una pequeña acción y decisión pueden tener a esos niveles de competición y ponerlo en perspectiva. Digamos que Checo termina ganando el campeonato de pilotos. Seguramente será gracias en mucho a su constancia y a pesar de algunos problemas de consistencia. Pero en caso contrario estos pequeños momentos pesarán mucho, porque matizarán largos años de esfuerzo.
 
Y ahora, desde el sillón, voy a decir lo que todos sabemos: que si Checo quiere lograr el campeonato debe, sin margen de error, terminar todas las carreras, entrar a todos los podios posibles y sumar puntos de forma consistente. Y eso lo digo con la conciencia de que, desde mi sillón, yo no sabría cómo hacerlo, pero espero que Checo sí, que encuentre la forma de lograr la consistencia. Ojalá.
 
En otro escenario, no muy lejos de Austria, vimos cómo Novak Djokovic ganó su séptimo trofeo en Wimbledon, cuarto de forma consecutiva. Con eso está solo a uno de igualar a su majestad Roger Federer en esa cancha, aunque en el conteo total (21) ya lo haya rebasado y está muy cerca de Rafa Nadal, quien tiene 22.
 
Su rival, el australiano Nick Kyrgios, lo había vencido en sus dos enfrentamientos previos en los que el serbio no había podido ganarle un set. Pero el domingo todo fue distinto. Kyrgios tiene un gran tenis, muy variado, con un saque potente, pero en los momentos más importantes del partido estuvo errático, fue inconsistente y pagó el precio. Djokovic, por su parte no se dejó intimidar, su deseo y voluntad plegaron cualquier duda y gracias a ello se llevó el triunfo. Ambos son talentosos, eso se descuenta a esas alturas, pero el equilibrio entre la constancia y la consistencia es una fórmula que cada atleta debe encontrar, porque cuenta en el resultado final.

¡Salud por el serbio, suerte para el mexicano y a seguir disfrutando del deporte mundial!

POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GUS23258924