LA NUEVA ANORMALIDAD

Johnny, Amber y el otro tribunal

El caso de Johnny Depp y Amber Heard ha generado un intenso debate en torno a diversos temas como la violencia de género y la cultura de la cancelación

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cualquiera que haya seguido el juicio interpuesto por Johnny Depp contra Amber Heard (y que no acuse fanatismo por una de las partes) tendrá claro lo imposible de concebir a alguno como víctima o victimario: el retrato que dejan los testimonios vertidos es el de una relación violenta, cuyos integrantes parecen acusar –al menos en los meses que compartieron– problemas de salud mental.

El veredicto del jurado refleja esto, aunque no de manera equitativa: Depp fue penalizado con 2 millones de dólares en daños, Heard con más de 10. A raíz de ello, la opinión pública internacional habla de un daño –artero o justificado pero acaso irreversible– al movimiento #MeToo, marco cultural implícito de este bochornoso episodio.

A lo largo del desarrollo del juicio, las redes sociales se vieron inundadas de contenido sobre sus protagonistas, en su enorme mayoría favorable a Depp: un artículo publicado en Rolling Stone consigna que el hashtag #JusticeForJohnnyDepp generó más de 6 mil 800 millones de vistas en TikTok mientras que #IStandWithAmberHeard apenas alcanzó 2.4 millones.

Mucho se ha especulado sobre la posibilidad de que Depp haya contratado bots para ganar la batalla en redes, y el equipo legal del actor ha acusado a Heard de lo mismo. Ante ello, la empresa israelí Cyabra –proveedora del Departamento de Estado de los Estados Unidos– ha elaborado un análisis de ambas comunidades digitales. La de Depp es orgánica en un 95 por ciento y la de Heard en un 90, lo que habla menos de la probidad moral de los involucrados que de cómo funciona el llamado “tren del mame”.

Depp y/o Heard contrataron bots… o no. Más allá, Depp es una gran estrella (24.6 millones de seguidores en Instagram) y Heard una mediana (5.1 millones), por lo que se entiende que, con o sin bots, los mensajes de apoyo a uno hayan tenido más tracción que los que vindicaban a la otra. Más aún, de la naturaleza escandalosa del caso y lo mucho que interpela al Zeitgeist deriva que gran número de personas hayan querido pronunciarse –ya sólo por lo que se conoce como FOMO: temor a quedar fuera–, y que lo hayan hecho en términos injuriantes: así funciona el “tren del mame”, condición de todo linchamiento digital como el que viviera Heard.

Lo que buscaba el #MeToo era generar juicios al margen de los sistemas de impartición de justicia, cuyo castigo fuera la muerte social de los juzgados a manos de la cultura de la cancelación. El resultado de Depp vs. Heard, adverso a la agenda feminista contemporánea, muestra los riesgos de una forma de justicia que otorga más valor a los dichos en redes que a las pruebas en tribunales. Hay, pues, a partir de él una lección para el #MeToo: sin marco jurídico ni debido proceso, la justicia deviene circo, queda sujeta a las veleidades de las emociones, de la mercadotecnia.

POR NICOLÁS ALVARADO
COLABORADOR
@NICOLASALVARADOLECTOR

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