MALOS MODOS

Los Tigres del Norte: Historias que contar

Es cierto: Los Tigres del Norte son –con nuestras disculpas para el Buki y Los Ángeles Azules– la primerísima institución de la música popular mexicana

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Es cierto: Los Tigres del Norte son –con nuestras disculpas para el Buki y Los Ángeles Azules– la primerísima institución de la música popular mexicana y, más ampliamente, una institución de primer orden en la música popular de todo el planeta. También es cierto que son los grandes renovadores del narcocorrido, y algo más: unos de los grandes renovadores del corrido en general, lo que significa: de una porción muy, pero muy importante de toda la música mexicana, pero también de la crónica mexicana, es decir, del modo en que nos contamos nuestro día a día.

Sin duda, son además pioneros de la masificación de la cultura mexicana en los Estados Unidos, país en el que empezaron a desarrollar su carrera, por lo menos tanto como en el nuestro, desde los 70. Y, faltaba más, son también parte importante de nuestro cine, aquel de los 80, en el que lo mismo hacían la música para una película de, digamos, los hermanos Almada, que se atrevían con algunos momentos de actuación. Así pues, bienvenido Los Tigres del Norte: Historias que contar, documental que pueden ver desde ya en plataformas. 

El director Carlos Pérez Osorio (con una sólida carrera como documentalista: son suyas las muy recomendables Crónicas del taco y Las tres muertes de Marisela Escobedo) atina de lleno con dos decisiones. La primera es dejar que nos cuenten la historia sus protagonistas, los Tigres, personajes entrañables, ajenos a cualquier solemnidad, llenos de jiribilla norteña, que nos llevan de sus orígenes en la miseria de la Sinaloa rural al día de hoy, con esos 50 o 60 millones de discos vendidos, esos premios Grammy, esos estadios llenos en tantos países. Acompañan a los Tigres, y bien, personajes muy variados, desde músicos o productores, caso de Ry Cooder o Julieta Venegas, hasta escritores como Arturo Pérez-Reverte, con el que trabajaron en La reina del Sur, hasta algunos de sus colaboradores. 

El segundo acierto es precisamente llevarnos a esos estadios llenos y dejar que hable la música. Otra cosa verdadera sobre Los Tigres del Norte es que pocos músicos o agrupaciones, aquí o donde sea, tienen esa fuerza para tocar en vivo, en esos conciertos multitudinarios en los que cada canción mete un prendidón en la concurrencia y que pueden durar, famosamente, cuatro, cinco horas, sin que decaigan las energías ni en el escenario, ni en las gradas. El acierto, pues, es apoyarse en la música directo a la vena de esta banda de hermanos tan bien avenida. 

Son minoría los mexicanos a los que no les gustan Los Tigres del Norte, son una minoría todavía más reducida los que no reconocen que les gustan al menos un par de canciones y son apenas unos pocos los que no reconocen, de perdida, cuatro o cinco de esas canciones. Si hiciera falta, en este documental queda claro por qué. 

POR JULIO PATÁN

COLUMNISTA

@JULIOPATAN09 

MAAZ