¿Es posible el trumpismo sin Donald Trump?
Esa es la apuesta que se hacen algunos políticos y la pregunta que se plantean muchos republicanos en Estados Unidos.
El problema es que el expresidente parece la figura dominante en ese partido, donde prácticamente bendice o descarta candidaturas, según la posición que tengan o hayan tenido, respecto a sus reclamos de fraude en las elecciones de 2020.
Trump se ha convertido en el líder máximo del Partido Republicano, aunque uno que se ha desplazado notablemente a la derecha, debido justamente al influjo de elementos atraídos y su retórica nativista, xenofóbica y hasta racista.
Pero esa consideración lo hace adversario también de un sector más tradicionalista de los republicanos, menos dispuestos a usar tácticas y formulaciones consideradas cuestionables hasta hace poco, pero usadas por Trump.
En su papel de líder informal de los republicanos y más viable candidato presidencial, en 2024, el magnate ha dado su respaldo a una serie de aspirantes que no sólo apoyan sus puntos de vista, sino que de ser autorizados como candidatos y quizá electos reconfirmarían el vuelco del Partido Republicano a la derecha "dura".
Pero, al mismo tiempo, el expresidente es un personaje no sólo brutalmente polémico, sino que se encuentra en medio de un sinfín de problemas potencialmente judiciales y la que parece una inacabable lista de revelaciones negativas sobre sus acciones, tanto en cuanto a su actuación como empresario privado y en lo que se refiere a su desempeño político.
Varios libros escritos por antiguos colaboradores y exmiembros de su gabinete presentan una negativa imagen de él.
Con todo, es probable que ni la descripción del caótico y autoritario estilo de Trump y que las investigaciones en su contra lleguen a nada, tanto por los interminables litigios que han sido siempre su práctica como empresario y por sus implicaciones políticas.
Una de las costumbres de Trump ha sido destruir documentos confidenciales y hay testimonios de que lo hizo a lo largo de su Presidencia, pese a una prohibición legal expresa.
Para varios aspirantes, como los gobernadores Greg Abbott, de Texas, y Ron DeSantis, de Florida, la idea es presentarse como seguidores de las ideas y propuestas de Trump, pero sin el bagaje personal que lo hace un elemento divisivo, incluso entre los republicanos.
Pero otros, como el exvicepresidente Mike Pence, confían en que su defensa del proceso legal, pese a las presiones de Trump para desconocer los resultados de las elecciones, ayuden a sus propias aspiraciones presidenciales.
En declaraciones a un medio político estadounidense Larry Hogan, gobernador republicano de Maryland, dijo creer que la mayoría de los candidatos apoyados por Trump para las elecciones intermedias serán derrotados. Y eso tendría enormes consecuencias políticas para un partido que hoy espera ganar la mayoría en las dos cámaras del Congreso.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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