Política y Diplomacia Sostenible

¿Quo Vadis México?

México asumió públicamente el papel de boicoteador de la reunión continental más importante de muchos años

¿Quo Vadis México?
Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

A menos de una sorpresa de último momento, el Presidente López Obrador no asistirá a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, California, la próxima semana, porque Biden se niega a invitar a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero aún, condicionar su asistencia a que se invite a esos países, desató manifestaciones parecidas de otros mandatarios, como Bolivia y Honduras.

México asumió públicamente el papel de boicoteador de la reunión continental más importante de muchos años. Busque usted en los archivos. No encontrará precedente de esa conducta mexicana ni en la relación con nuestro vecino del norte, ni con cualquier otro país.

Es un autoengaño pensar que la decisión no tendrá consecuencias con Estados Unidos. Tendrá costos significativos en el corto y mediano plazo. México se presenta como un actor afín a darle sorpresas a su socio principal, lo que lo hace poco confiable no sólo con éste, sino también con otros socios en Europa, Asia y América Latina.

¿Usted buscaría a un antiguo socio al que creía su amigo, pero que ahora se muestra como un interlocutor irascible? ¿Tomaría usted en cuenta las opiniones de ese antiguo socio para definir sus nuevas iniciativas? Es muy posible que lo haría solamente en los casos en los que no tenga alternativa.

Es muy posible que busque congelar proyectos en marcha que no sean indispensables, o altamente redituables. No lo hará por malsanos deseos de venganza. Lo hará para protegerse. No querrá recibir nuevas sorpresas desagradables, que afectan sus intereses y deterioran su imagen frente a otros socios. Sin siquiera avisarle, seguramente usted degradará sus relaciones con ese antiguo socio, y esperará hasta que surja un nuevo liderazgo. Se perderán así oportunidades y nuevos proyectos, que podrían traerle beneficios a ambos.

Para sorpresa de muchos, el equipo de política exterior de Biden hacia América Latina ha tenido una actuación decepcionante. Asumieron con ligereza el compromiso de la Cumbre, heredado de la Administración Trump, sin echar una mirada profunda sobre el estado actual de los países de la región.

Subestimaron el ascenso de gobiernos de izquierda o populistas en México, Argentina, Chile, Honduras y Perú, a los que quizá se sumen próximamente Brasil y Colombia. No valoraron los efectos devastadores de la pandemia en la región. No midieron que casi todos los gobiernos latinoamericanos enfrentan sociedades polarizadas, igual que en Estados Unidos, con márgenes estrechos para el consenso, y niveles de endeudamiento que reducen aún más sus posibilidades de financiar programas de inclusión social.

Tampoco valoraron las consecuencias de una presencia económica y diplomática de China cada vez más vigorosa, y de los contactos políticos y militares de Rusia con Cuba, Nicaragua y Venezuela.

El mapa regional ameritaba iniciativas de gran calado en materia migratoria, de prevención de nuevas pandemias, o de alivio de la deuda externa, incluyendo a las naciones isleñas del Caribe. Iniciativas ambiciosas como las que Estados Unidos sí tuvo en el pasado, o ha logrado armar para hacer frente a la agresión rusa en Ucrania, uniendo como nunca a los países de la OTAN, y de la Unión Europea. Para América Latina no hubo ese esfuerzo, ni consultas oportunas, de alto nivel político, que recogieran el sentir de los países de la región. Se hubieran evitado muchas sorpresas.

México es un país de pertenencias múltiples. Junto con Belice, El Salvador, Guatemala y Honduras formamos Mesoamérica, una región con sus propias peculiaridades, que hoy está estrechamente ligada a Estados Unidos por sus vínculos ambientales, económicos, culturales, demográficos, migratorios, turísticos y de seguridad. Nos guste o no, en esta zona del mundo se encuentran nuestros intereses fundamentales. México es el norte de América Latina y el sur de América del Norte. Además, somos un país caribeño, que también pertenece a la cuenca del Pacífico. Pocas naciones tienen tantas oportunidades, pero también tantas responsabilidades.

Somos un país con una importante herencia indígena que heredó la cultura y valores europeos, y se organizó constitucionalmente siguiendo el modelo estadounidense: democrático, republicano, federal y presidencialista. Varias veces en nuestra historia rechazamos la dictadura como forma de gobierno, y nunca hemos alineado nuestros intereses con los de alguna de ellas.

Estamos obligados a cuidar con esmero nuestra política exterior.

POR MIGUEL RUÍZ CABAÑAS IZQUIERDO
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TEC DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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