Podría ser un caso de política, ficción o una versión europea de El candidato manchú, aquella famosa novela/película de tiempos del anticomunismo macartista que abordaba la posibilidad de que un aspirante presidencial estadounidense fuera en realidad un agente comunista.
Sólo que los candidatos comunistas o de izquierda brillan más por omisión que por presencia en las elecciones presidenciales francesas, que se definirán este domingo entre el centrista Emmanuel Macron, actual presidente y candidato a la reelección, y Marine Le Pen, la súbitamente moderada líder del ultraderechista partido de Reagrupamiento Nacional (RN).
Hoy la opción para los franceses se presenta como un voto por Europa, o sea la UE en lo económico y regulatorio, y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en lo militar, o por una especie de alianza con la Rusia de Vladimir Putin.
En términos franceses, sería un voto por el establecimiento o uno por la inconformidad, con Macron como símbolo del primero y Le Pen del segundo.
Pero la ultraderechista sería además, la candidata manchú, por sus vínculos con Putin, cabeza de un régimen más nacionalista y hasta zarista que progresista o marxista –aunque eso sí, opuesto a la OTAN–.
Los vínculos entre Putin y Le Pen son públicos. En 2014, un banco ruso cercano al Kremlin hizo un préstamo de nueve millones de euros al partido RN, lo que permitió a Macron alegar que su oponente dependía de un poder hostil. Le Pen, dijo el incumbente francés en su debate del miércoles, reconoció la anexión rusa de Crimea "porque responde al poder ruso, porque responde al señor Putin".
El préstamo fue legal, de acuerdo con las leyes francesas, y al margen de la relación con Putin y sus pronunciamientos xenofóbicos y racistas, Le Pen parece representar ahora la irritación de los franceses por la situación económica y social del país –incluso la inmigración y la presencia musulmana–, y en vísperas de la votación tiene 45 por ciento de popularidad en las encuestas.
En la primera vuelta, Macron obtuvo 27.8 por ciento del voto, Le Pen 23.2 y el izquerdista Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, 22 por ciento. Prácticamente todos –menos uno– de los 10 aspirantes descartados en la primera vuelta, se han pronunciado por Macron –o más bien contra Le Pen–.
El actual Presidente ganaría por 55 a 45 por ciento, pero esa ventaja puede bajar a tanto como 51 a 49%, de acuerdo con la participación de votantes que, según la tradición, votan por sus preferencias en la primera vuelta –celebrada el 10 de abril–, y luego por lo que se necesita en el balotaje, este domingo.
Mélenchon se pronunció contra Le Pen, pero no pidió a sus 7.7 millones de votantes, incluso muchos que participaron en las protestas de los "chalecos amarillos", votar por Macron, lo que deja abierta la pregunta de hacia dónde irá el sufragio de protesta.
Y ese es un punto de incertidumbre en el voto francés de la segunda vuelta.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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