POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

La destrucción de la vida

Desde hace algunos años, la NASA y otras agencias espaciales periódicamente nos informan del descubrimiento de nuevos “exoplanetas”

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Desde hace algunos años, la NASA y otras agencias espaciales periódicamente nos informan del descubrimiento de nuevos “exoplanetas”. Se trata de planetas en otros sistemas solares, que giran alrededor de otras estrellas y no de nuestro sol. Por sus dimensiones y cercanía a su propia estrella, algunos de ellos son parecidos a nuestro propio planeta, lo que significa que podrían albergar agua y vida; y por ello, ser habitables. Suena bien.

Pero hay un pequeño problema. Los exoplanetas más cercanos se encuentran a unos tres mil años luz, la distancia que recorre un rayo de luz en el lapso de tres mil años. Esto significa que la humanidad no tiene ninguna esperanza de llegar hasta ellos en el futuro previsible. El único planeta en que sabemos que hay vida y que la humanidad puede habitar es nuestra propia casa común, la Tierra, ese “pálido punto azul” en el firmamento, como la llamó el astrónomo Carl Sagan.

Pero la humanidad está enfrentando un verdadero desastre. Un descalabro que no tiene paralelo en la historia del mundo. Durante los últimos dos siglos muchas de las formas que los grupos humanos adoptaron para producir energía, alimentos, todo tipo de productos, o bien construir ciudades y grandes obras de infraestructura, junto con el aumento poblacional, están destruyendo la base misma de nuestra existencia de nuestra casa común: la biodiversidad terrestre y marítima. Hoy, más de un millón de especies animales y plantas, de todo tipo, están en peligro de extinción y, según las Naciones Unidas, las tasas de extinción de especies son actualmente de diez a cientos de veces más altas que los promedios históricos. https://news.un.org/es/story/2020/09/1481372

La pérdida de la biodiversidad se acelera por la expansión desordenada de la agricultura y los asentamientos humanos, los cambios en el uso de la tierra, la destrucción de los bosques, las selvas, los humedales, la sobreexplotación de las especies terrestres y marítimas, el cambio climático y la contaminación. Entre sus consecuencias se encuentran el agotamiento de las fuentes de agua dulce, la erosión de los suelos, la destrucción del medio ambiente, y la contaminación del aire que respiramos. En último término, está amenazada la sobrevivencia de nuestra especie.

La destrucción de la biodiversidad sólo se compara, en su gravedad, con la crisis global del cambio climático. Son dos procesos paralelos que se influyen mutuamente. Asimismo, la destrucción del hábitat natural de miles de especies está en el origen de todas las pandemias, como la del Covid-19. Otras pandemias iguales, o de mayor peligrosidad, van a ocurrir en el futuro, mientras la causa subyacente, la crisis de la biodiversidad, no sea revertida.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha planteado esta crisis en los siguientes términos: “La vida en el planeta está amenazada. Estamos en guerra con la naturaleza y la naturaleza está contraatacando, los desastres de la biodiversidad están ocurriendo ahora mismo, con derrames de petróleo que están devastando muchos ecosistemas y los incendios forestales que están matando personas y destruyendo hábitats, además de dejar pérdidas económicas incalculables”.

La pregunta crucial es ¿Qué está haciendo la humanidad para contrarrestar esta crisis civilizacional, y qué perspectivas existen de que pueda ser revertida en las próximas décadas? Lamentablemente, como en otras áreas importantes del desarrollo sostenible, la cooperación internacional se ha dado de una manera excesivamente lenta, inconsistente y desintegrada con otros acuerdos
internacionales, como el Acuerdo de París contra el cambio climático.

La cooperación internacional inició con la aprobación del Convenio sobre la Diversidad Biológica en 1992. Tiene tres propósitos principales: 1. La conservación de la diversidad biológica; 2. La utilización sostenible de sus componentes y, 3. La participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos. Es uno de los tratados internacionales más aceptados, porque 196 países lo han ratificado. Cuenta con un órgano rector, la Conferencia de los estados parte (COP), que se reúne cada dos años para examinar fijar prioridades y adoptar nuevos planes de trabajo. https://www.poderjudicialyucatan.gob.mx/digestum/marcoLegal/08/2013/DIGESTUM08196.pdf

En 2010, durante la COP10, celebrada en Aichi, Japón, se adoptó el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, que contenía veinte metas concretas relacionadas con la protección de la biodiversidad que incluían, entre otras, una concienciación de los valores de la biodiversidad; producción y consumo sostenibles; agricultura sostenible; promoción de áreas protegidas sostenibles; mantenimiento de la diversidad genética; la integración de los conocimientos tradicionales y la movilización de recursos financieros y de otro tipo que hicieran posible su protección efectiva.

Lamentablemente, la implementación de estas metas se ha quedado muy corta a nivel nacional, regional e internacional. No ha sido suficiente para aminorar el avance de la crisis global de la biodiversidad. http://inabio.biodiversidad.gob.ec/metas-aichi/ 

Hasta ahora, se han celebrado catorce COP sobre biodiversidad. La primera parte de la COP15 tuvo lugar en forma virtual en octubre pasado. La segunda parte, que ha sido pospuesta en varias ocasiones debido a la pandemia, tendrá lugar en agosto- septiembre próximo en Kunmimg, China. Se espera que su principal resultado sea la aprobación de un nuevo “Marco Mundial para la Diversidad Biológica posterior a 2020”, documento que actualmente se está negociando en un Grupo de trabajo abierto a la participación de todos los estados.

El proyecto de ese documento señala que su objetivo será “impulsar a los gobiernos y a la sociedad en su conjunto, incluidos los pueblos indígenas y las comunidades locales, la sociedad civil y el sector empresarial, a adoptar medidas urgentes y transformadoras para lograr los resultados planteados en su visión, misión, objetivos y metas, y así contribuir a los objetivos del Convenio de Diversidad Biológica”. https://www.cbd.int/doc/c/0671/4456/ff4979877c8a9a910912689e/wg2020-03-03-es.pdf

En principio, el objetivo de aprobar un nuevo marco de cooperación internacional para fortalecer la protección de la diversidad biológica es no sólo deseable, sino indispensable. Abre una esperanza de que promueva con mayor éxito una protección más efectiva de la biodiversidad hacia el futuro inmediato.

Sin embargo, la falta de acciones transformadoras a nivel nacional, regional y mundial que ha caracterizado a periodos anteriores no parece haber sido superada. Se requiere no sólo que los gobiernos aprueben planes nacionales para la protección de la
biodiversidad, sino la implementación efectiva de las leyes nacionales y acuerdos internacionales. Se requiere su integración a la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y al Acuerdo de París sobre Cambio Climático.

En México, lo que es más urgente es transformar la cultura prevaleciente de uso no sostenible de la biodiversidad. Se requiere escuchar a los pueblos indígenas y las poblaciones locales. Es fundamental impulsar el uso de energías limpias y la transformación de nuestro sistema alimentario. También se requiere que todos los sectores otorguen una verdadera prioridad a la protección y uso sostenible de la biodiversidad, promoviendo la educación para la sostenibilidad a todos los niveles, acompañada de una movilización masiva de recursos financieros, humanos y administrativos. Le corresponde al gobierno federal el liderazgo.

*MIGUEL RUÍZ-CABAÑAS IZQUIERDO

PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TEC DE MONTERREY

@miguelrcabanasmiguel.ruizcabanas@tec.mx

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