COLUMNA INVITADA

Bucha o el descenso a los infiernos

El gobierno ruso sostiene que es una mentira lo de Bucha, un montaje preparado por Ucrania. Stalin también negó la masacre de Katyn. Y el Imperio Otomano desconoció el holocausto armenio

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Al inicio de la Divina Comedia, Dante, al entrar a los infiernos, confronta a tres animales simbólicos, uno de ellos, el león, el cual representaba la soberbia de Francia por someter a Roma y a Florencia. Al traspasar el infierno, los horrores que Dante observa son innumerables, no por ello es baladí la leyenda que reza a la entrada del averno: “quien entra aquí, abandona toda esperanza”

Aunque literatura lírica este pasaje del clásico florentino, no deja de tener anclajes en la historia real de la humanidad. Pensemos en las tropas soviéticas y, posteriormente, en las americanas, cuando en 1944 en distintas ubicaciones en Polonia se descubrieron los campos de concentración, muestra elocuente de la barbarie humana, un verdadero infierno en la Tierra. Y aunque los nazis pretendieron mimetizar estos campos de muerte con la frase “el trabajo libera” apostada en la entrada de todos estos complejos, la realidad es que la leyenda dantesca de “abandona toda esperanza…” era dolorosamente más vigente que la otra. 

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Cada barraca o sección en que se dividían los campos de Lublin, Treblinka, Sobibor y Auschwitz representaban a los ojos terrenales verdaderos círculos del infierno cónico de Dante. Los aliados siempre consideraron las atrocidades de la guerra, al fin en la guerra casi todo se vale. Pero, difícilmente hicieron oídos a los rumores que ya habían escuchado sobre tales campos de exterminio. Sólo plantaron la cara ante el genocidio cuando lo vieron con sus propios ojos. 

Hace una semana, en la retirada de las tropas invasoras rusas de la ciudad de Bucha en Ucrania, cercana a la capital Kiev, se demostró al mundo las atrocidades cometidas contra la población civil: ejecuciones extrajudiciales, fosas clandestinas, abandono de cadáveres en las calles. 

Después del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial y los episodios fratricidas en la entonces Yugoslavia en la década de 1990, creímos que la hora más oscura ya había pasado, que la lección había sido aprendida. Pero no fue así. La soberbia úrsida pretende someter a un pueblo que históricamente ha demostrado poner tierra de por medio a la ambición rusa. 

Pero lo de Bucha es el colmo de las brutalidades cometidas en esta guerra. Lo que los soviéticos documentaron en Polonia, los ucranianos lo ratificaron en su propia patria.

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¿Podrá alguna vez castigarse a los responsables de este genocidio? La sociedad alemana de tiempos de la segunda guerra mundial siempre negó la existencia de los campos de concentración o afirmaban desconocer lo que sucedía tras las alambradas. El gobierno ruso sostiene que es una mentira lo de Bucha, un montaje preparado por Ucrania. Stalin también negó la masacre de Katyn. Y el Imperio Otomano desconoció el holocausto armenio. 

Siempre hay una negación y una complicidad para encubrir, como dice el profesor canadiense Robert Gellately. Lamentablemente, el veredicto sólo será el de la historia, porque a diferencia de Dante, en la realidad no vamos acompañados de fe ni de razón, sin Beatrice y sin Virgilio, solos en el infierno.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA

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