Puede ponerse el alegato que se quiera, pero el hecho es que la invasión rusa de Ucrania tiene menos que ver con ideología que con una cruda formulación geopolítica.
Más allá de los propósitos que el presidente Vladimir Putin planteó como razones de la intervención, específicamente la protección de minorías rusas y la "desnazificación" de Ucrania, está un imperativo: proteger territorio ruso del posible peligro externo, en este caso la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Y esa necesidad ha impulsado la política rusa desde tiempos medievales, cuando los principados o ciudades-estado rusos chocaron con los Caballeros Teutónicos sino con Polonia, Suecia, Finlandia, y se expandieron en la región de los Urales y luego en Asia, hacia el Pacífico, en una gesta que los llevó a absorber —por las buenas o por las malas— a etnias, regiones y nacionalidades que habían sido independientes, semiindependientes o sujetas a los imperios turco e iraní.
Así, Rusia se hizo históricamente un estado multinacional, pluriétnico y multiconfesional, pero siempre autoritario y un imperativo: la seguridad del núcleo ruso y sus fronteras, que desde la visión de Moscú sólo es posible si mantiene su influencia geopolítica sobre los países limítrofes.
Eso fue con los zares, con el Politburó del Partido Comunista Soviético y ahora bajo la presidencia de Putin.
Esa fue la motivación de la guerra con Finlandia en 1939 y la postura de neutralidad que debieron adoptar los finlandeses para mantener su independencia después de la Segunda Guerra Mundial; ese es en gran medida el motivo de la neutralidad de Suecia.
Esa fue en alguna medida la razón del Pacto de Varsovia.
Y esa preocupación, causada por la invasión de Ucrania, como la razón por la que ambos países y algún otro de la región piensen la posibilidad de adherirse a la OTAN.
Así pues, sería un error ver la invasión de Ucrania como una cuestión estrictamente personal o nostálgica del mandatario ruso. Hay, de hecho ,toda una corriente de pensamiento detrás.
"Estamos viviendo las últimas horas de Ucrania tal como la hemos conocido en 30 años. En su lugar nacerá un país que Moscú considerará amistoso y leal, desprovisto de ideología nacionalista y en relaciones completamente diferentes con Occidente”, dijo al diario italiano Corriere della Sera Dmitry Suslov, director del Centro de Estudios Europeos e Internacionales de la Escuela Superior de Economía de Moscú y uno de los pensadores de política exterior más cercanos al Kremlin.
El punto, desde esa posición, no es tanto que Ucrania sea o no parte de una alianza occidental que Rusia considera hostil, sino negarle la posibilidad de serlo.
Esa formulación llevó ya en 2008 a la guerra contra Georgia, donde Rusia apoyaba a minorías separatistas en las ahora repúblicas de Abkazia y Osetia del sur.
¿Socialismo? ¿Solidaridad internacional? ¿Protección de minorías? ¿Desnazificación? No. La visión rusa de su seguridad.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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