Desde su reintegración a Rusia en 1922, Ucrania siempre ha sido vista con recelo, primeramente, de parte de lo que fue la URSS y ahora de la Federación Rusa, tanto por su importancia económica, como por su posición estratégica como puente con los países de la Europa occidental.
No obstante la menor fuerza económica de la Federación rusa, Vladimir Putin no cesa de buscar artimañas para mantenerse en el poder. En esta ocasión creando una guerra contra Ucrania pretextando que este país, hoy independiente, debe ser un territorio neutral sin vinculación alguna con la OTAN lo que pudiera amenazar su seguridad. La invasión a Ucrania, según parece, se ha salido de control, llevándolo a cometer un verdadero genocidio contra un pueblo pacífico y en gran desventaja militar, cuyas mayorías, lamentablemente para Putin, desean ser parte de la Europa occidental.
De todas las exrepúblicas soviéticas, Ucrania constituyó la pérdida más dolorosa para la Federación rusa, ya que constituía uno de los brazos más poderosos de la exUnión Soviética. Ucrania fue la tercera república más grande de la URSS, después de la propia Rusia y Kazajstán. Cerca de 30 por ciento de su población hablaba ruso como su lengua madre, y su economía, como la de ninguna otra república, estuvo fuertemente vinculada a la de Rusia.
El Politburó había invertido grandes cantidades de dinero en su proceso de industrialización, pasando de ser una potencia agrícola a una también importante región proveedora de acero, aluminio y artículos militares, desde armas hasta tanques de guerra. Fue incluso una potencia nuclear. Justo antes de independizarse, en 1991, poseía el tercer arsenal más importante del mundo, además de haber sido un gran centro académico. Ucrania llegó a ser considerada como el escaparate de la grandeza rusa. Actualmente cuenta con una población superior a los 42 millones de habitantes.
Históricamente Ucrania ha sido la ruta más importante para las exportaciones rusas. Actualmente el ochenta y cinco por ciento de las exportaciones de gas a Europa viajan a través de los ductos ucranianos, en tanto en la Península de Crimea, en el Mar Negro, asaltada y tomada arbitrariamente por Rusia en 2014, albergaba una de las bases navales mas importantes de la Unión Soviética.
Algunos observadores políticos internacionales atentos al problema actual desatado por Putin y los suyos, señalan que además de su importancia económica o geográfica, lo que en lo inmediato ha movido a Putin a invadir a Ucrania tiene por objetivo desviar la atención de sus coterráneos de los grandes problemas económicos que actualmente afronta su país, así como, de su gran impopularidad debido a su política antidemocrática y dictatorial agravada por el creciente sistema de represión en contra de líderes opositores como es el sonado caso de Alexei Navalny.
Él y su camarilla, calcularon, muy mal por cierto, que tal y como sucedió en 2014 con la invasión y posterior anexión de Crimea sus márgenes de popularidad crecerían, sin embargo, a juzgar por las manifestaciones de protesta en Rusia, dicha estrategia se le está revirtiendo pues sus desmesuradas e injustificadas acciones bélicas en Ucrania lo único que le han generado es un gran repudio, sobre todo, entre la población joven de su país.
La escalada de las acciones llevadas a cabo por Putin ya han generado una fuerte reacción de parte de países occidentales vía la imposición inmediata de graves y muy lesivas
sanciones económicas y financieras que hoy se agravan más ante la súbita cancelación del gobierno norteamericano para importar petróleo proveniente de Rusia, acción que seguramente será emulada por otros gobiernos de la UE, lo que, sin duda, será devastador para su economía, sus tan buscados índices de popularidad y la posibilidad de reconstruir el imperio ruso colapsado en épocas de Gorbachev.
El estrangulamiento de la economía rusa operado por la mayoría de los países capitalistas en contra del gobierno de Putin habrá de constituir su mayor talón de Aquiles, pues ante la debilidad actual de la economía rusa se estima difícil pueda mantener una guerra por un periodo indeterminado.
La destrucción y gran pérdida de vidas en Ucrania lejos de beneficiar a Putin y los suyos los hará pasar a la historia como verdaderos sátrapas del poder.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA ECONÓMICO
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MAAZ