ARTE Y CONTEXTO

Maribel Portella, una artista orgánica-artificial

El arte posee muchas cualidades, pero una que me emociona en particular es que te inyecta energía creativa

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El arte posee muchas cualidades, pero una que me emociona en particular es que te inyecta energía creativa. Cuando ves una puesta en escena genial, escuchas un concierto conmovedor o lees un libro que te prende, sientes cómo la musa de la inspiración te roza los labios con besitos fugaces pero electrizantes, y obviamente quieres más.

Recuerdo la primera vez que lo sentí: estaba en el cine Coyoacán viendo “Flash Gordon” a todo volumen, cuando inesperadamente se hizo una pausa profunda pero breve, que se vio interrumpida por el estallido de las voces de Queen al unísono cantando: “Flash! (tun tun tun tun tun) Ah, ah… Saviour of the universe…!”.” Todos mis sentidos se vieron brutalmente abofeteados hasta el punto del aturdimiento, incluso mis pupilas se dilataron ennegreciéndome los ojos.

Corría 1980 y con apenas 6 años de edad, acababa de perder una especie de virginidad cuando Freddy Mercury, la Red Special de Brian May y los otros chicos de la banda me tomaron por sorpresa, pero me encantó. Al salir del cine deseaba poder cantar así, quería componer música igual de penetrante… quería que me subieran hasta la parte alta de la ensaladera que aparecía en la película y en fin, quería comerme al mundo.

El filme no traspasó bien el tamiz del tiempo, lo sé porque cometí la torpeza de verlo otra vez, pero el recuerdo de aquella tarde de pasión con sobredosis de dopamina me acompaña desde entonces. Fue la primera vez de algunas pocas que he experimentado ese nivel de intoxicación, pero bastó una sola para hacerme adicta a esa droga tan escasa como valiosa. 

Decía al principio que el arte inyecta energía creativa, por eso después de experiencias así me dan ganas de llegar a la casa a escribir o a cocinar, a una amiga le da por pintar, a alguien más se le antojará sentarse frente a su máquina de coser y no faltará a quienes le apetezca hacer el amor o algo similar. 

Esto fue lo que sentí cuando visité el Museo del Chopo para ver la exposición “Orgánico artificial” de Maribel Portela, una de las artistas contemporáneas mexicanas que más me gustan y que conozco mejor. Ella es una extraordinaria ceramista y artífice de piezas enormes con papeles ligeros, cortados con formas orgánicas tales como gotas, círculos, triángulos y otras tan sencillas que se ensamblan con facilidad como células vivas o escamas.

A través del recorrido de esta muestra, pudimos observar una vitrina que podría emular una pecera con plantas marinas y corales de distintas especies, otras con libros de autor a manera de abanico pintados con delicadas aves y líneas sinuosas como enredaderas, una instalación de suculentas doradas asentadas en piedras volcánicas y otra con figuras marinas o prehistóricas de cerámica color hueso.

El paisaje total es asombroso, delicado, femenino y ligero a pesar del tamaño de las piezas, hechas todas de materiales artificiales pero con figuras completamente orgánicas. Para mí Maribel Portella irradia esa fuerza delicada tan humana que sólo puede brotar del instinto animal, de quien reconoce el poder de la naturaleza pero se sabe poseedora de algunos de sus secretos y los transforma en estos maravillosos escenarios de grandes dimensiones, donde podemos sumergirnos por completo y jugar a que somos parte de su iconografía personal. 

POR JULÉN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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