DESDE AFUERA

Atención mexicana en comicios de EU

El impacto de la casi probable victoria republicana iría más allá de las divergencias en la política doméstica, en las que resultaría afectado México

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

WASHINGTON. Para el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, una posible victoria republicana en Estados Unidos puede complicar negativamente la situación mexicana en la relación bilateral con su mayor socio y vecino.

La preocupación es correcta. Ciertamente, además, desde un punto de vista mexicano lo que podría venir sería un vuelco hacia políticas de imposición y fuerza.

De entrada, el impacto de la que parece casi probable victoria republicana en las elecciones legislativas del 8 de noviembre iría mucho más allá de las divergencias en la política doméstica de Estados Unidos, en las que resultaría afectado México.

Además, habría consecuencias en términos de políticas estadounidenses hacia el mundo en general y Latinoamérica en particular.

Temas como migración, seguridad fronteriza, narcotráfico y violencia son parte del debate de la actual campaña en EU y los republicanos se han preocupado por construir una narrativa a tono, en la que el gobierno del demócrata Joe Biden es responsable de políticas fracasadas y México el origen de los problemas. 

Ciertamente, sería de esperarse que desde el Congreso estadounidense puedan darse presiones renovadas. Si como se espera los republicanos ganan la mayoría en la Cámara baja, la presión sobre esos temas y otros, como la contratación mexicana de médicos cubanos, políticas energéticas y el cumplimiento del Tratado de comercio México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), estarían en la mira.

La presión legislativa sobre el gobierno de Biden y el Departamento de Estado se multiplicaría y complicaría más si también el Senado pasará a manos republicanas. 

Más aún, el impulso de ese vuelco a lo que podría definirse como una derecha nacionalista –con un contacto más que pasajero con formulaciones autoritarias– tiene desde ya un impacto en debates eternos del sistema estadounidense, como el poseer armas o los derechos de la mujer y las minorías étnicas, religiosas o sexuales.

En el caso de México, un vuelco en el Congreso bien podría reflejarse en una mayor énfasis estadounidense en temas como migración, seguridad fronteriza, narcotráfico, comercio, imperio de la ley, a reserva de mayores presiones a medida que se acerquen las elecciones presidenciales de 2024: la propaganda republicana tiene en esas cuestiones un rico filón.

Con todo, Ebrard tiene razón cuando alega que "hay una gran limitante de cualquier conflicto entre México y Estados Unidos, que se llama la integración que tenemos, misma que crece aceleradamente sin darnos cuenta" y que favorece en gran medida el nearshoring, o sea la llegada –para no decir el regreso– de plantas y partes del proceso de fabricación que salieron de México hace 15 o 20 años.  

Pero el gobierno mexicano no tiene en Washington tantos amigos, ni tantos aliados como parece creer. Ebrard hace bien en preocuparse.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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