DESDE AFUERA

La relación interméstica México-EU

La política doméstica lleva a los estadounidenses a expresar temor sobre la seguridad de la frontera, vista como el bajo vientre blando de sus defensas

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

WASHINGTON.  Afirmar que la integración entre Estados Unidos y México es un hecho que avanza pese a todo parecería gratuito, pero nunca está de más recordarlo. 

Uno de sus efectos, es que los vínculos se hacen intermésticos, o sea internacionales con impacto doméstico, y cuestiones económicas, políticas o sociales de un país tienen impacto a veces muy directo en el otro.

Pero ambos países, ambos cuerpos políticos, suelen actuar sin considerar el efecto de sus decisiones sobre sus vecinos, sin importar que a veces resultan contraproducentes.

Y no es raro que pidan resoluciones imposibles, o casi imposibles del otro.

La política doméstica lleva a los estadounidenses a expresar su temor sobre la seguridad de la frontera, vista como el bajo vientre blando de sus defensas, y propugnar por medidas unilaterales, expresadas a veces en políticas migratorias irracionales y xenofóbicas en aras de la seguridad nacional.

El gobierno mexicano, por su parte, parece cómodo con la idea de obtener beneficio de la vecindad, en la forma de inversiones y lo que es prácticamente un aval impulsado por las necesidades de la economía mayor.

El beneficio es mutuo en muchos sentidos, pero no evita tensiones ni presiones en un proceso de integración que en principio obliga a cada uno a la constante negociación con el otro.    

Pero en ambas naciones hay sectores a veces muy influyentes que tienen problema con eso. Después de todo, decisiones de política interna estadounidense reverberan a veces de forma indeseable en México, y problemas mexicanos encuentran audiencia y frecuentemente reacciones en Estados Unidos.

Y lo más complicado es que a pesar de todos los contactos, cada país trata de proyectar sus propias concepciones en el otro: en México, tal vez por conveniencia, el gobierno parece a momentos indiferente o ignorante de los grados de descentralización y el rejuego de intereses de su contraparte estadounidense; en Estados Unidos desean creer que la integración socio-económica y comercial puede mover modernizar y rebasar prejuicios y resentimientos del aparato político basados en la historia común.

A estas alturas del partido, casi 33 años después de que se iniciara el proceso que llegó al Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN) y su sucesor, el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), esa interrelación es un hecho y la creación de una región norteamericana, en competencia con otras del mundo, como Europa, Asia-Pacífico, China y su esfera de influencia, los países árabes se desarrolla.

En ese marco, las preocupaciones de Estados Unidos respecto a México siguen siendo, y de lejos, migración y comercio. Y en lo mediato, una solución al tema de energía.

Hay presiones y demandas internas que el gobierno mexicano debe considerar y negociar, o tomar riesgos
inconvenientes.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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