Antonio de Escandón y Garmendia (1825-1882), el hombre más rico de México (banquero, industrial y promotor del ferrocarril y los tranvías), miembro de la comitiva que en Miramar le ofreció la Corona de México a Maximiliano, se despide de su ciudad natal en 1877 tras instalar el conjunto en homenaje a Cristóbal Colón en Paseo de la Reforma, bautizado así por el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, que encargara a Charles Cordier y fundido en París. Este monárquico trasnochado nunca volvería a suelo patrio.
El navegante genovés señala hacia el centro de la urbe, a sus pies y cercando el pedestal se encuentran Pedro de Gante (noble franciscano flamenco, 1486-1572), Bartolomé de las Casas (dominico y encomendero sevillano, 1484-1565), Juan Pérez de Marchena (franciscano del convento andaluz de La Rábida; patrocinador de Colón ante los reyes católicos, s. XV-s. XVI) y Diego de Deza (dominico zamorano, inquisidor mayor de España, protector de Colón; 1443-1523), así como unos relieves a los costados de la peana con escenas de la conquista y mostrando también la carta náutica del viaje. Su destino será el Parque América de Polanco.
En previsión de la marcha “Lo vamos a derribar”, fue retirado el 10 de octubre de 2020. A partir de entonces, surgieron las pifias y los traspiés que todavía no cesan alrededor de las sustituciones del caso. Lo único que sí ha sido claro desde el principio es que la representación suplente será un símbolo alusivo a la mujer. El sainete acumula desatinos:
- El encargo a Pedro Reyes, sin concurso o deliberación de por medio, para fabricar a “Tlalli” (tierra, en náhuatl) la cabeza descomunal de mujer olmeca, que ya labrada en piedra volcánica pasó al olvido tras ser repudiada por propios y extraños, destacando las críticas de grupos indígenas.
- El oportunismo de un hallazgo arqueológico del 1 de enero de 2021 en Álamo Temapache, Veracruz, un monolito de la cultura huasteca en piedra caliza bautizado “La joven de Amajac” (210x49x29 cm) del posclásico, prohíja la idea descabellada de realizar una especie de “réplica” de tan extraordinaria talla, pero sin ceñirse a sus características originales. El pseudo-clón tendrá 4.5 m de altura, un peso de entre 10 y 12 toneladas en cantera púlpito del diablo, intervenida con instrumentos metálicos y eléctricos, lo que le da un acabado artificial, casi satinado.
- Entre una y otra ocurrencias, por más que las pretendan matizar aludiendo a decisiones compartidas por el INAH y el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en el Espacio Público de la Ciudad de México (2021), colectivos feministas, madres de víctimas de feminicidio, desaparición forzada y presos políticos, ocuparon el sitio nombrándolo La Glorieta de las Mujeres que Luchan.
La tragicomedia prosigue. Entre la defensa de este memorial y la propuesta oficial de la copia de “La joven de Amajac”, la negociación continúa abierta entre autoridades y activistas.
Moraleja, el espacio público, justo, es patrimonio colectivo y merece una discusión seria y a fondo, por encima de las veleidades de algunos políticos y de las ansias de visibilidad de ciertos grupos. La inteligencia pregunta, se informa, jamás se impone a la ligera.
POR LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR
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