COLUMNA INVITADA

En los mares de la educación

Datos del Departamento de Educación de California arrojan resultados preocupantes

OPINIÓN

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Antonio Argüelles / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En la entrega anterior identifiqué tres de los efectos más devastadores de la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 en el ámbito educativo: el abandono escolar, la profundización de las desigualdades y el rezago académico.

Los datos que publicó recientemente el Departamento de Educación de California, en Estados Unidos, sobre asistencia, disciplina, egreso y rendimiento académico se suman a un cuerpo creciente de evidencia de distintas partes del mundo que confirma este diagnóstico.

Entre los datos más reveladores –y preocupantes– están los resultados de las pruebas estandarizadas que se aplicaron a estudiantes californianos de primaria y secundaria.

Del total de los alumnos evaluados, alrededor de la mitad no alcanzó los estándares mínimos en los campos de Lenguaje y Comunicación, mientras que en Matemáticas dos terceras partes tampoco lograron la meta.

En las condiciones actuales, llevar a cabo un ejercicio de este tipo presenta numerosos desafíos, sobre todo operativos y de orden metodológico.

Aunque comprensibles, las preocupaciones de quienes se oponen a las pruebas estandarizadas –en California y en otras partes– me parecen insuficientes para no aplicarlas.

Las evaluaciones son necesarias porque nos dan una idea, por más imperfecta que sea, del estado académico de los estudiantes y de la ruta que se puede seguir para subsanar las deficiencias. No podemos armar el rompecabezas, este enorme reto que tenemos enfrente, si ni siquiera alcanzamos a distinguir la forma de sus piezas.

En México, las evaluaciones que ha aplicado Siete Mares Consultores en nueve entidades de la República en el último año pintan un panorama igualmente desolador, con carencias notables en los aprendizajes fundamentales de Español y Matemáticas.

En promedio, 50 por ciento de los alumnos evaluados de sexto de primaria está en rezago o en riesgo de rezago en estas asignaturas y, en tercero de secundaria, el porcentaje asciende a 73 por ciento.

Estos resultados dejan claro, como sugiere Albano de Alonso Paz, que “hablar de calidad educativa parece una ironía, una crueldad del destino, una broma que nos gastaron en una borrachera de prepotencia y gloria”.

Con la nueva variante del virus, incluso las expectativas de mejora que había a principios del ciclo escolar se ven brutalmente ingenuas.

“Estamos en una época de supervivencia –continúa de Alonso–, de recuento de daños, de vencedores y de abatidos”.

Y ésa es la cuestión: más allá de la calidad educativa, ¿qué debemos hacer para garantizar el derecho de los estudiantes a adquirir los aprendizajes más elementales?

¿Qué herramientas necesitan los docentes para poder actuar ante escenarios como el actual?

Las olas son impredecibles y, en los mares de la educación, hay que anticiparse a la tormenta.

POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO

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