Si hay alguien que para mí encarna a México y al caótico manejo de su historia, es María Ignacia Rodríguez de Velasco, nacida un 20 de noviembre de 1778 en un país tan criollo como indígena y lleno de contradicciones. Ella, la famosa Güera Rodríguez, pieza fundamental para la Independencia de México, fue una de las mujeres más influyentes y respetadas de su época debido a su inteligencia, a su don de gentes y también a su belleza. Sin embargo su fama traspasó el tamiz del tiempo con algunos tropezones morales, sobre todo después de los años 50 del siglo pasado, cuando se inventaron los peores chismes sobre ella, que eran tan lamentablemente sabrosos que terminaron pesando más que la verdad. Resulta que en 1949 el escritor y diplomático Artemio de Valle-Arizpe publicó “La Güera Rodríguez”, una novela de ficción histórica que parecía ser la biografía de este personaje femenino, en la que se tomó varias licencias literarias que la hacían ver como una libertina. Para entonces Valle-Arizpe era un intelectual reconocido, cronista oficial de la Ciudad de México, había escrito más de 20 libros y tenía prestigio como un gran conocedor de la historia mexicana. Todos estos condicionantes, además de que La Güera estaba imposibilitada para desmentirlo porque tenía más o menos 100 años muerta, hicieron verosímiles todos los nutridos cotilleos sobre la ligereza de sus cascos con los que el autor embelesó a sus lectores. Estoy segura de que Valle-Arizpe se divirtió mucho inventando esos romances falsos de la Güera Rodríguez con un Alexander von Humboldt que al parecer era gay en la vida real, con un Bolívar que tal vez no conoció y con una serie de personajes que probablemente sufrían de disfunción eréctil crónica. Sin embargo el éxito de sus falsas andanzas se validan hasta ahora y cada vez que menciono el nombre de esta mujer, no falta quien diga con gran autoridad que fue alguien con poca moral. Sin embargo casi nada de lo que se le imputa es verdad, porque María Ignacia fue una mujer respetada en su época y su actividad sexual era mucho menos prolija de lo imaginado. Ella era una criolla privilegiada procedente de una familia con dinero y propiedades, con negocios en México y España, inteligente, bonita y buena estratega, sin embargo se casó a los 14 años con un hombre que la maltrataba mucho y que para justificarse, le decía a la gente que merecía sus castigos porque era una casquivana. Cuando se pudo separar del desgraciado se casó otras dos veces, la última con un anciano acaudalado que la hizo viuda y millonaria en pocos meses. En realidad fue un personaje de su tiempo que gracias a su fortuna y a sus relaciones sociales, supo mover ciertos hilos sin involucrarse de más en las conspiraciones de ese entonces. Los criollos novohispanos como ella tenían la sangre, el corazón y los negocios divididos por el mar, así que era natural que desearan tener una posición política participativa para decidir sobre los temas que afectaban directamente a los habitantes americanos, por tanto había que imponerse a la corona Española y aunque en un principio no deseaban separarse, al final la cosa terminó en la Independencia de México. Por eso en estas fechas celebramos a los héroes que nos dieron patria, lo que quiera que eso signifique hoy en día. Por eso cada año, me gusta recordar a esta mujer que también colaboró con la causa de un montón de criollos que al igual que ella deambulaban por un país amorfo sin un rumbo certero, cuidando de su intereses, de sus vidas y de las vidas de los que amaron. La observación del paso del tiempo a través del estudio de la historia me parece fascinante y me posiciona frente al mundo como un granito de arena curioso, que se interesó por una mujer fabulosa, que vale más por lo que era, que por lo que inventaron sobre ella. La Güera Rodríguez al final es la representación de nuestro país y de su historia, de todas ellas: la real, la ficticia, la descafeinada, la oficial, la edulcorada... Tal vez por eso me gusta tanto, así que los invito a hurgar nuevamente en su vida porque ya tenemos nuevos datos que son tan interesantes como los viejos chismes.
POR JULÉN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG
DRV