Desde Afuera

Afganistán ¿y ahora?

Aunque bien podría afirmarse que los talibanes son un viejo conocido, no los hace más deseables ni menos problemáticos

Afganistán ¿y ahora?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Sin importar cómo se presente, la situación en Afganistán parece un desastre en todos los niveles.

Por un lado está lo inmediato. Lo que se ve: una retirada militar estadounidense que sólo puede calificarse como precipitada, caótica, que literalmente deja "colgados de la brocha" a países aliados y colaboradores afganos frente a una milicia que aparentemente está más fragmentada de lo que se creía y trata de llenar como puede los vacíos dejados por una fuerza intervencionista que ya no quería problemas y una estructura político-militar afgana que colapsó.

Cuáles vayan a ser los resultados de todo eso nadie sabe. Por un lado, casi podría considerarse como seguro que la búsqueda de culpabilidades y asignación de responsabilidades ahondará la polarización política en Estados Unidos, no importa que la decisión de terminar con la guerra más larga y quizá más inútil de su historia haya tenido la simpatía de la opinión pública, que el primer paso haya sido tomado por el gobierno de Donald Trump y que la debilidad de las "instituciones" creadas por la ocupación haya sido evidente.

Los demócratas de Joe Biden tratan ya de atribuir todo lo posible a las incapacidades de su predecesor y los evidentes fallos de organización militar y logística, mientras los republicanos subrayan el daño a la imagen estadounidense, la pérdida geopolítica y de prestigio internacional, así como por supuesto, las imágenes de victoria de un grupo fundamentalista al que consideran como aliado de terroristas y económicamente dependiente del narcotráfico.

Para los afganos, el problema es de otro tipo. Aunque bien podría afirmarse que los talibanes son un viejo conocido, no los hace más deseables ni menos problemáticos.

Integrado mayormente por personas de origen rural, profundamente religiosos y ferozmente conservadores, al llegar a Kabul, algunos voceros talibanes hablaron recién de establecer un emirato islámico basado en la ley sharia (basada en los preceptos musulmanes) y por otro, uno de mayor tolerancia hacia los derechos de las mujeres, un principio que desde afuera parece como contrapuesto a sus actitudes tradicionales.

De acuerdo con varios reportes, los diferentes grupos de poder afganos celebran conversaciones para decidir sobre la composición de un nuevo gobierno que, sin duda, será dominado por los talibanes, pero con participación de otros, como reflejo de un país definido a veces como un mosaico tribal.

La implicación es que el movimiento Talibán es menos monolítico de lo que parece y que sus líderes se dan cuenta de que necesitan de algo más que la fe en su propia santidad para gobernar un país moderno. Y de paso, enfrentan la realidad de que su acceso a fondos de reserva está bloqueado por los Estados Unidos.

Entretanto, los países vecinos se preparan para recibir millones de refugiados que huyen, sea porque recuerdan lo que fueron los talibanes hace dos décadas o temen lo que puedan ser.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

dza

Temas