ANECDOTARIO

“Cuestión de suerte”

Sin depender de tu esfuerzo, la suerte, sin duda, suele ser algo que te toca y no que elijas

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdotario / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Enigmático y caprichoso es el azar y, sobre todo, impredecible.

Sin depender de tu esfuerzo, la suerte, sin duda, suele ser algo que te toca y no que elijas.

Mi vida ha estado llena de adversidades imprevistas que muchos califican como aventuras y unos más se han animado a llamar mala suerte.

Estábamos en San Sebastián hace unas semanas para la celebración del cumpleaños de un querido amigo que concluyó a la hora del toque de queda impuesto en España.

Desde Hondarribia, a 20 minutos de distancia, transitábamos una autopista vacía y cubierta por la ligera capa de agua que había dejado esa muy característica llovizna del país vasco.

Yo al volante era rebasada muy de vez en cuando por algún camión de carga, pero el resto del trayecto nos hacía sentir en medio de una ciudad fantasma.

Entrando a Donostia yo seguía las indicaciones que me iba dando el GPS para llegar a nuestro destino lo más aprisa posible.

De pronto noté que el mapa estaba “recalculando” la ruta y me percaté de que me había metido por una calle que no era la indicada. Circulábamos por lo que parecía una zona absolutamente residencial en pleno sosiego. Ni un alma por donde miráramos. Las luces apagadas en todas las ventanas, una neblina suave y esa humedad que queda tras la lluvia.

En mi intento por recuperar el rumbo, di un giro a la izquierda en la siguiente calle que encontré. Apenas entrando me topé con unos potentes faros encendidos que circulaban de frente hacia mí. Me detuve en seco y resulta que, para mi suerte -no diré buena o mala- era la Ertzaintza, o sea, la policía vasca.

La patrulla se puso junto a mí solicitando que bajara la ventana.

Buenas noches señora ¿Sabe usted que viene circulando en contrasentido?- Dijo el policía.

¡Disculpe agente! No lo había notado, pero en este momento giro y vuelvo por donde venía - contesté con voz temblorosa, mientras David intentaba controlar una mezcla de risa, sorpresa y, por encima de todo, nervios.

El Ertzaintza habrá notado mi sinceridad y angustia de modo que, sin objetar más, solo me pidió que condujera con precaución hasta mi destino y se fue.

Así, sin más, acababa de librar una infracción.

Al retomar el camino David me dijo:

“Qué posibilidades tiene una persona de ir conduciendo a la una de la mañana en una ciudad dormida, que te metas en contrasentido en una calle y el único coche que te topas en todo el trayecto es justo el de la policía ¡Solo tú!”

Viéndolo así, parecería que me persigue la mala suerte -le dije- pero ¿Sabes qué? Encima de todas esas probabilidades que dices, sumaría la de que el policía me haya dejado ir sin sanción alguna ¿No es eso mucho más que buena suerte?

Todos los contratiempos conllevan un giro positivo. Así que la próxima vez que vayas a decir que tienes mala suerte ¡Piénsalo dos veces!

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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