El pronóstico era bueno. Por un lado, Guillermo del Toro, que además del cineasta que sabemos que es ha demostrado ser un muy buen conversador.
Del otro, ese notable crítico que es Leonardo García Tsao, columnista de La Jornada con unos cuantos libros a cuestas y una considerable experiencia en la TV. No había pierde. Pero el resultado es mejor de lo esperado. La larga conversación en tres sesiones que conforma Guillermo del Toro. Su cine, su vida y sus monstruos (Grijalbo), es un documento de veras valioso, por varias razones.
Lo es para quienes conocen la carrera de Del Toro, contada a detalle en estas páginas desde sus primeros escarceos de tipo independiente, en los 80, hasta La forma del agua. Y en serio es a detalle. La conversación abunda en el proceso creativo detrás de cada una de sus películas, desde los forcejeos con los ejecutivos o el casting hasta la paleta de colores, el vestuario o la manufactura de esos monstruos que lo distinguen.
Bien por Del Toro y por supuesto muy bien por García Tsao, que entendió que, con 12 películas como director, dos óscares, un Globo de Oro y una buena cantidad de reconocimientos, entre arieles, globos de oro, baftas y premios en Cannes, era hora de hacer corte de caja con una de las obras más potentes del cine contemporáneo.
Lo es para cualquier cinéfilo digno del nombre, porque Del Toro, como sabemos, es entre otras cosas eso, un director cinéfilo, lleno de guiños, de tributos y, perdonarán la mamonería del término, de relecturas a la historia del cine. Es un gusto ver cómo este director único entiende a los monstruos de la Universal o las joyas del cine mexicano de terror más cutre, incluido el de luchadores, pero también a su amigo y contemporáneo Alfonso Cuarón, a Arturo Ripstein y Jaime Humberto Hermosillo, a Tarantino y, sobre todo, a sus dos influencias más importantes, Hitchcock y Buñuel.
No menos relevante es que estamos ante un libro lleno de literatura. Novelista y por supuesto guionista, Del Toro se muestra como un lector voraz y con buen gusto que sí, le sabe un rato largo a la literatura de género, del terror, al policiaco, a la ciencia ficción, pero que tiene muy bien leído al siglo XIX europeo o a Rulfo.
Estamos, pues, ante un testimonio de enorme riqueza cultural que sin embargo no resulta pesado o pretencioso por lo dicho al principio: Del Toro es un muy buen conversador porque no se toma muy en serio, agradeciblemente, pero sobre todo porque tiene esa virtud que no se aprende: compartir el entusiasmo.
Termino con una aclaración importante: el protagonista es Del Toro, un magnífico protagonista, pero el trabajo de García Tsao, un entrevistador culto y lleno de humor, es notable por la elegancia cómplice que le aplica al texto. No se lo pierdan.
POR JULIO PATÁN
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