No puede ponerse en duda que la jefa del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Raquel Buenrostro, es uno de los personajes más eficientes dentro del gobierno del presidente López Obrador. Raquel cobra cada día más impuestos. El Presidente está informado a diario del nivel de recaudación. De hecho, los cortes de caja se pueden hacer en tiempo real.
Ayer, el mandatario no pudo contener su alegría al respecto, al revelar un aumento de 8.8 por ciento en los ingresos tributarios acumulados desde el 1 de enero hasta el lunes pasado, 17 de mayo. AMLO mostró un tremendo brinco en el IVA, por ejemplo, del que el año pasado se recaudaron $380 mil millones de pesos, mientras que este año ya se acumulan más de $464 mil millones, lo que representó un aumento mayor a 16 por ciento. Y de igual forma ocurrió con el ISR, cuya recaudación se está incrementando 7.4 por ciento en lo que va de 2021.
El subsecretario de Hacienda Gabriel Yorio me dijo anteayer que, pasadas las elecciones, se “iniciarían mesas de trabajo sobre modificaciones o adecuaciones a la estructura fiscal (…con lo que…) se comenzaría de manera oficial y técnica las discusiones sobre las diversas propuestas que hemos venido recibiendo sobre los diferentes actores económicos”.
El terreno está listo, entonces, para que el segundo trienio de AMLO conlleve una fuerte recaudación, gracias a: (1) la experiencia de Buenrostro en identificar huecos tributarios en un sinfín de sectores económicos; (2) las facilidades tecnológicas que permiten cada vez más la interconexión de datos entre el sistema bancario y el tributario; y (3) la apertura de una discusión profunda sobre cómo debe quedar finalmente la estructura tributaria hacia el futuro.
Si nos guiamos por la estrategia recaudatoria llevada a cabo hasta el momento, es posible inferir que el gobierno está preparando una Reforma Tributaria que no incorporará nuevos impuestos, como lo ha afirmado; pero que facilitará la recaudación local y que potenciará las facultades del SAT para cobrar. Es evidente que el sistema de castigos también se fortalecerá, por lo que solo se puede pronosticar una mayor persecución a quienes incumplan sus obligaciones. Se avecina una fiscalización masiva.
DESMEXICANIZAR AUTOS
¿Alguien en el gobierno de México escuchó las palabras del presidente de Estados Unidos Joe Biden en relación con el futuro de la industria automotriz? El mandatario dijo que “debemos invertir en Estados Unidos y evitar llevar a otros países los beneficios de nuestra inversión pública, así como la manufactura de nuestros vehículos eléctricos y baterías”. Esto ocurre tras las fuertes críticas contra General Motors de parte de los sindicatos del sector, luego de que la empresa anunció una fuerte inversión para una planta de vehículos eléctricos en México.
POR CARLOS MOTA
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