El amanecer aún estaba lejos cuando los ecos de pasos y órdenes resonaron en los pasillos del penal de Aguaruto, en Culiacán.
Bajo el resguardo de la oscuridad, elementos de la Policía Estatal Preventiva, en coordinación con la Secretaría de la Defensa Nacional y la Guardia Nacional, llevaron a cabo un operativo sorpresa que reveló una alarmante realidad: armas de fuego, equipo táctico y tecnología de comunicación en manos de los internos.
La operación comenzó en la madrugada y se extendió hasta las primeras horas del viernes, las autoridades peinaron cada rincón de los módulos 6 y 8 del penal, encontrando lo impensable:
En el módulo 6:
• Dos fusiles AK-47, conocidos popularmente como “cuernos de chivo”.
• Ocho cargadores abastecidos de calibre 7.62 x 39 mm.
• Un cargador de disco repleto de municiones del mismo calibre.
• Dos pistolas Glock calibre 9 mm y cuatro cargadores correspondientes.
En el módulo 8:
• Un fusil M4 de calibre 5.56 mm con nueve cargadores.
• Una pistola calibre .38 Súper acompañada de tres cargadores llenos.
Además, el conteo final arrojó cartuchos pendientes por contabilizar y una serie de objetos prohibidos que completaban el arsenal:
• Diez cuchillos y puntas improvisadas.
• Dos chalecos tácticos, ideales para protegerse en situaciones de riesgo.
• Nueve radios de comunicación, seis celulares y 16 chips telefónicos sin usar.
A medida que el sol comenzaba a iluminar los muros del penal, el operativo concluyó, pero dejó preguntas flotando en el aire. ¿Cómo llegó este arsenal al interior de un lugar supuestamente controlado? Y, sobre todo, ¿quién o quiénes permitieron que ocurriera?
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