A los amigos, justicia y gracia. A los enemigos, la Ley a secas. Andrés Manuel López Obrador sigue al pie de la letra esa sentencia de Benito Juárez, a quien tanto admira. La persecución política y judicial contra Adrián de la Garza, el candidato puntero para gobernador de Nuevo León solo es la más reciente muestra de ello.
La justicia selectiva del presidente depende de su humor, sus intereses, su ideología y su conveniencia. Olvida que es el Presiente de la República y debe cuidar esa investidura que usa según le sirva. Ahora la dejó a un lado para remangarse la camisa y convertirse en jefe de campaña. ¿Por qué estará tan ofuscado?
Lo de las tarjetas con las que Adrián De la Garza promete ayuda a las mujeres —cuando sea gobernador— es un argumento pueril. ¿Acaso el propio candidato López Obrador no prometió que aumentaría al doble la pensión a los adultos mayores y la extendería a todo el país cuando ganara la Presidencia de la República? ¿No es lo mismo?
Las campañas políticas son eso: promesas. En el concepto del presidente ¿prometer equivale a comprar el voto? ¿No son las promesas de los candidatos, en todo el mundo, la herramienta para convencer a los ciudadanos para votar a su favor?
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Como muchas otras cosas en la 4T, bastó con el deseo de López Obrador para que todo sucediera. A pesar de que había denuncias y pruebas sobre delitos electorales cometidos por distintos candidatos, algunos de Morena, la FGR no había movido un dedo.
El argumento era que no cuenta con los recursos para atender todos los casos. Sin embargo, el simple deseo presidencial fue suficiente para movilizar personal y todo lo necesario. En un fin de semana prepararon las denuncias e integraron los expedientes. ¡Eso es poder!
El escándalo no es menor. Adrián De la Garza viajó a Washington, DC, a denunciar a López Obrador ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Fue una jugada maestra del regiomontano, porque puso la elección y la actuación del gobierno de la 4T bajo la lupa del continente.
Pero, con el argumento aquel de la no intervención, será difícil que eso contenga las ansias presidenciales de manipular la elección. Cuando la candidatura de Félix Salgado Macedonio estaba en el aire, López Obrador dijo que la decisión sobre las candidaturas le corresponde solo al pueblo guerrerense. Hoy debería permitir que la decisión sobre los candidatos al gobierno de Nuevo León la tome el pueblo neoleonense.
BON APPÉTIT. Al gobierno le urge el regreso a clases presenciales en todo el país para crear la narrativa de que ya se domó la pandemia. Los padres y los niños, ya cansados del encierro, también quieren esa normalidad. La única voz sensata sobre el tema ha sido la del magisterio, liderado por Alfonso Cepeda. No hay duda, el regreso a clases presenciales deberá ser voluntario, cuando se cumpla con la vacunación y en semáforo epidemiológico en verde. Y eso, tal vez, ocurra en agosto.
Por ALEJANDRO CACHO
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