La presión sobre varias de las ciudades latinoamericanas se ha incrementado en los últimos días, y años. La pandemia las ha cambiado. La migración y movilidad, y desaceleración económica los profundizan e incentivan a responder a las nuevas condiciones.
Obligadas a que las funciones sustantivas operen al mínimo, a proteger las actividades esenciales por sobre el resto de las que se realizan en ellas. Colocan a los alcaldes y autoridades urbanas, a la trama de actores urbanos, ante desafíos sin precedentes, todos al mismo tiempo. Capitales o no, puertos, todas presionados. Ciudades de todos los tamaños.
Reciben el impacto de la presión social, que no es única en comparación con las áreas no urbanas, pero sí donde esas voces se escuchan más. Ahí se focaliza la confrontación de lo público, la expresión de las necesidades, la búsqueda de alternativas que de perfilarse como especiales tienden a asentarse como nuevos programas o estrategias de carácter duradero.
Cali y otras colombianas, Río de Janeiro, las diferentes ciudades de la región mesoamericana y del resto del Caribe y América Latina. Ciudad de México, ante el reto de la movilidad accesible y sostenible en el transporte urbano después del accidente en la primera línea que se construía para atender a nuevos millones de citadinos en este siglo.
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Los espacios urbanos, ámbitos en los que resuenan las voces que reaccionan a las medidas públicas que afectan a la población, especialmente a los más afectados por la pandemia, la situación económica y la tensión social.
La capacidad para fortalecer capacidades en dirección de la Nueva Agenda Urbana (NAU) que proponía ciudades más incluyentes, compactas y conectadas adoptada en la Conferencia Hábitat III Quito Ecuador el 20 de octubre de 2016 ha cambiado. Los retos de entonces no perfilaban conflictos y crisis producidos por una pandemia global o las nuevas condiciones territoriales.
En los últimos meses, la deliberación y los procesos de decisión han llevado los acuerdos para las agendas urbanas de Centroamérica que se extiende al Caribe, focaliza en el plan regional en el que incluyó consultas nacionales en su diseño. Desde Belice hasta Panamá, se extiende más allá. Un tema de interés tanto para México como para Colombia, como para las ciudades del Pacifico latinoamericano.
Para el Consejo de la Integración Social Centroamericana (CIS) la base es el Plan para la Recuperación, Reconstrucción Social y Resiliencia de Centroamérica y República Dominicana que considera como ejes de intervención la protección social, la empleabilidad y el empleo, los asentamientos informales y el desarrollo urbano sostenible.
La revisión regional de los retos contribuye a la actualización de la agenda de las ciudades en contextos regionales constituyen materia de prioridad urgente para todos, tarea para cabildos, nuevas autoridades y articulaciones que pueden ser fundamentales para esta nueva etapa.
POR GUADALUPE GONZÁLEZ
CATEDRÁTICA UNIVERSITARIA
dza