La peregrinación del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, en busca de vacunas contra el COVID-19 tiene un lado penoso: va en busca de dosis que aún están por fabricarse.
La idea del viaje no es en absoluto mala. Puede ser visto como una expresión del empeño del gobierno por salvaguardar la salud de los mexicanos.
Y eso no es poco, en vísperas de unas elecciones que adquieren una importancia creciente, aunque oficialmente el periplo no tenga ese propósito.
Pero después de lo que fuera de México se considera como titubeante, para no decir pésimo, manejo de la pandemia y los tardíos esfuerzos por controlarla, la gira es un reconocimiento de la urgencia sanitaria que ahora enfrenta el país y el mundo.
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Desafiará, sin embargo, una realidad: más allá de las dificultades logísticas para distribuir las vacunas y hacerlas llegar a los posibles beneficiarios, la producción es todavía insuficiente; el mundo fabrica millones de dosis, pero necesita inocular a miles de millones de personas.
En otras palabras, al margen de necesidades de salud y los llamados políticos por una más justa distribución del medicamento, una gran parte de las vacunas anunciadas está todavía por ser elaborada.
Estados Unidos adquirió más de mil millones de unidades, pero la mitad o más de su compra está todavía por ser manufacturada.
Hasta el miércoles, de acuerdo con el Centro de Control de Enfermedades (CDC), el gobierno de EU había vacunado a poco más de 110 millones de personas, incluso 64 millones que han recibido las dosis dobles de las vacunas Pfizer y Moderna, o la Johnson & Johnson de una sola toma.
Y la situación es similar en todos los países productores del antídoto, incluso China y Rusia, que por encima de los grandes shows propagandísticos de la llegada de cargamentos de dosis o el material para fabricarla y envasarla, tienen problemas para enfrentar el ritmo de la demanda.
India anunció a principios de mes que esperaba producir 140 millones de dosis mensuales, mientras China llegaba a cinco millones de vacunas diarias; hay reportes de que Rusia importa la Sputnik V fabricada en Corea del Sur o India.
El problema es simple. La urgencia impuesta por la enfermedad llevó a la aprobación de vacunas que apenas salían de sus pruebas experimentales y aunque hay capacidad nominal, todavía hay por hacer para llegar a lo necesario.
De acuerdo con especialistas, la producción de la vacuna requiere de tantos como 200 componentes individuales, desde filtros y frascos hasta elementos químicos y/o biológicos para su procesamiento.
Y los países productores de vacuna, de Estados Unidos a India, el mayor procesador mundial, buscan primero enfrentar su problema interno que las necesidades del resto del mundo.
Se estima que para fines de año, el mundo habrá producido al menos nueve mil 500 millones de dosis, pero a final de marzo no había sumado mucho más de 600 millones.
Por JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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