COLUMNA INVITADA

El presidente y el dictador

La relación que mantiene el presidente Andrés Manuel con la historia de bronce mexicana se ha vuelto una característica emblemática de su administración. De eso ya no queda más duda

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La relación que mantiene el presidente Andrés Manuel con la historia de bronce mexicana se ha vuelto una característica emblemática de su administración. De eso ya no queda más duda. El uso de los “grandes” personajes del pasado ha sido una estrategia dentro de la retórica del gobierno como herramienta de legitimización o para justificar sus críticas a ciertos sectores. Ya varios sabrán que la figura por excelencia del ejecutivo es Francisco I. Madero, quien se ha convertido en un extraño símbolo de defensa empleado por el mandatario y sus seguidores contra la prensa. Es importante recordar que el lema “cuarta transformación” surge de la necesidad de concebirse como herederos del movimiento y la presidencia maderista, un elemento no tan original como lo aparenta ser, pues fue característico de los gobiernos posrevolucionarios durante gran parte del siglo XX.

En relación con ello, si hay algo en particular de la historia de bronce es la categorización de sus personajes como héroes o villanos. Para el presidente uno de esos antagonistas se ha vuelto también en pieza fundamental de su discurso: Porfirio Diaz. El lunes primero de marzo, en lo que fue la primera reunión bilateral (llevada a cabo de manera virtual) entre el mandatario mexicano con su homólogo estadounidense Joe Biden, no faltó una célebre frase que sin pruebas se le atribuye a Porfirio Diaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Andrés Manuel continuó afirmando: “Ahora puedo decir que es maravilloso para México estar cerca de Dios y no tan lejos de los Estados Unidos”.

Las relaciones del porfiriato con el vecino del norte estuvieron marcadas más por aspectos comerciales e inversiones, que por la diplomacia de ambas naciones. Las experiencias pasadas durante el siglo diecinueve, protagonizadas por las ambiciones del imperialismo estadounidense generaron una desconfianza en los distintos gobiernos mexicanos, misma que en cierta medida sigue vigente.

Varios se podrán preguntar ¿por qué mencionar al exdictador en ese tipo de reuniones? Cuando en realidad lo que se presenta es una oportunidad para el presidente de usar la historia en su retórica política. En ese sentido los “villanos” también tienen una función para el mandatario, quien ve en el uso de las supuestas palabras de Porfirio Díaz un deslindamiento con lo que él considera una forma tradicional de concebir las relaciones con Estados Unidos, haciéndoselo saber a Biden. Se puede reducir a “esta frase no concuerda conmigo porque la dijo esta mala persona del pasado mexicano”. Queda claro entonces que no solo Francisco I. Madero o Benito Juárez son los únicos personajes históricos con los que piensa el presidente. A su manera, también está Díaz.

POR IGNACIO ANAYA MINJAREZ
COLABORADOR
@IGNACIOANAY