La semana pasada escribí acerca de que la crisis energética en casi todo nuestro territorio nacional, provocada por las tormentas invernales en Texas, era una oportunidad de reflexionar y replantearnos respecto a continuar con el uso de combustibles fósiles -altamente contaminantes- o mirar al futuro con la implementación de energías verdes. El Congreso de la Unión, decidió continuar con lo primero. Desde el seno democrático de una República se aprobó una ley enviada por el titular del Ejecutivo sin cambiar un ápice y sin chistar.
Así, la llamada Ley de la Industria Eléctrica fue aprobada mediante una votación exprés, realizando un albazo entre la noche del martes y la madrugada del miércoles con 68 votos a favor por parte de Morena, PES y PT y tan solo 58 sufragios en contra de los partidos PRI, Verde, MC, PAN y PRI, en lo general y, los mismos votos en pro de la reforma contra 49 en lo particular. Los partidos que se mantuvieron firmes en contra de esta Ley, interpondrán una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte para echar atrás el dictamen. También los opositores mencionaron que irían con organismos internacionales, pues esta aprobación de ley va en el rumbo contrario a tratados internacionales, como el de París.
Y es que lo que se aprobó en esta reforma eléctrica contraviene la visión de futuro para virar a energías sustentables, pues contempla que plantas nucleares, geotérmicas, hidroeléctricas que son parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) deberán ser las primeras en generar y distribuir la energía a todo el país; después de las de energías limpias como plantas eólicas y solares y; posteriormente, la energía producida por compañías privadas. Es decir, en México se seguirá usando casi en su totalidad la energía producida por combustibles ineficientes, caros y contaminantes. Lo que representa mayores costos para los usuarios, más polución y un gran desincentivo para invertir en nuestro país en materia de energías renovables.
En este sentido, otro grave problema es que esta reforma recién aprobada se contrapone al capítulo 22 del T-MEC, respecto a las prácticas monopólicas, ya que es violatoria de las disposiciones en materia de empresas propiedad del Estado puesto que otorga beneficios a un solo participante (aunque sea estatal) sobre todos los demás, aunado a que con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, uno de sus objetivos estratégicos primordiales es retomar el combate a los efectos del cambio climático mediante el tránsito paulatino al uso generalizado de energías verdes y, a todas luces, la Ley de la Industria Eléctrica de nuestro país va en contra del logro de este objetivo.
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Con esto se vuelve a desperdiciar la oportunidad de coadyuvar con el planeta, con la salud de las y los mexicanos e incluso con la economía del país. Hoy observamos con estupor que seguimos dando pasos hacia el pasado desde el gobierno cuatroteísa en materia energética y medioambiental, así como ya se habían dado en distintos rubros como en derechos humanos, profesionalización de la administración pública, salud, economía y una larga lista de etcéteras, incluido el fortalecimiento de la democracia.
POR ADRIANA SARUR
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