Para América Latina y El Caribe la posibilidad de acertar en la estrategia para atender condiciones actuales como la movilidad humana y los efectos de la pandemia de COVID-19 y el rumbo de las políticas nacionales de recuperación, dependen de la colaboración horizontal.
Un ejemplo es la atención que requieren las crisis migratorias en diferentes partes de las Américas, como en el caso de la frontera México-estadounidense y en otras regiones del sur. Los recursos públicos ya eran insuficientes para la atención debida. A los requerimientos de cuidado social y humanitario se añaden necesidades a riesgos asociados a la pandemia.
Es alta la expectativa con respecto a la construcción de otras opciones, lo que se refleja en las participaciones del encuentro de alto nivel de la Cuarta Reunión del Foro de América Latina y El Caribe 2021 que se realiza bajo la presidencia de Costa Rica del 15 al 18 de marzo.
Presentes están las voces de altos representantes de la ONU y de los países miembros. Carlos Alvarado Quesada, presidente de Costa Rica; Amina Mohammed, vicesecretaria general de Naciones Unidas; Munir Akram, presidente del Consejo Económico y Social (ECOSOC); el Embajador de Pakistán; y Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe, (CEPAL), entre otros participantes.
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El conocimiento y la información de la reunión están disponibles en tiempo real en un espacio multisectorial en el que se contrasta y analiza el desempeño que toma de referencia el documento publicado antes de la pandemia en 2019, el Informe de avance cuatrienal sobre el progreso y desafíos regionales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en América Latina y El Caribe.
Lo que ahora se argumenta es una urgencia de la revisión, si bien ya se venía planteando por diferentes actores públicos y privados, cuando se trata de las instrumentaciones nacionales o de que nadie se quede atrás. CEPAL insiste en la importancia de estructuras de gobierno colaborativas, en una labor en múltiples niveles, sin la exclusión de actores sociales y propone un paradigma nuevo, el del desarrollo inclusivo.
Eso plantean y reiteran las diferentes partes del sistema de las Naciones Unidas en la región, cuando se conoce de cambios estratégicos en la conducción de otros organismos intergubernamentales, como la Organización Mundial de Comercio y la Organización para la Cooperación y Desarrollo, donde los países miembros acaban de definir nuevos titulares.
En el intercambio, la mirada se encuentra específicamente en los recursos y necesidades financieras de la región de América Latina y El Caribe, un tema pendiente desde la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo que tuvo lugar en México hace ya casi dos décadas, en 2002, compromiso que sigue vigente a nivel internacional. Catedrática universitaria.
POR GUADALUPE GONZÁLEZ
*CATEDRÁTICA UNIVERSITARIA
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