DEFINICIONES

Auditar a la Auditoría

¿Alguien se atrevería a meter las manos al fuego y defender la honorabilidad y rigor técnico de quien inventa cifras?

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) está lejos de ser infalible.

Aventó tremenda pedrada al gobierno federal, y debió recular. Vaya papelón. Ridículo. Los datos que reportó como costo de cancelación del NAIM, no eran los correctos. No supieron contar. Los errores no eran “metodológicos” como quisieron hacer creer, sino francas torpezas. Yerros de principiante. Tan burdos, que es difícil argumentar que se trate de fallas de profesionales.

Básicamente, para llegar a los 331 mil 996 millones de pesos que reportaron como sobrecosto de la obra cancelada, inventaron datos, sacaron de la chistera cifras. No pudieron —o quisieron— calcular costos ni gastos reales, y optaron por improvisar números que decían lo que alguien quería que dijeran. Así de simple, y así de complejo. Así de absurdo, y de preocupante. Errores de contabilidad financiera elementales, imposibles de creer.

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La ASF está en entredicho, y con ella, la revisión de toda la cuenta pública 2019 y 2020 del actual gobierno federal, y todos los gobiernos y dependencias revisadas. ¿O alguien se atrevería a meter las manos al fuego y defender la honorabilidad y rigor técnico de quien inventa cifras?

La Auditoría sentenció con ligereza —muchos creyeron de buena fe en su informe, a otros más dio gasolina para la crítica simplona— que el costo de cancelar la obra era tres veces mayor a la estimación de la SCT. La cifra habría sido de escándalo, de haber sido cierta, claro, porque por un “error metodológico”, la Auditoría tuvo que reconocer que lo que informó no era verdad. Se equivocó.

Las inconsistencias mayores, en realidad están en la propia auditoría que realizó para medir el sobrecosto de la cancelación. El monto real es menor al que en un inicio presentó. Los “otros datos” del Presidente, que aseguró lo reportado por la Auditoría era una “exageración”, eran los datos correctos. Ahora sí atinó.

El fin de semana, cuando se difundieron las cifras, más de uno se aceleró y se fue con la finta. Lo publicado pegaba en el corazón de la 4T: la cancelación del nuevo Aeropuerto en Texcoco había sido un desastre financiero fuera de toda proporción. Pero la ASF falló y terminó robusteciendo la narrativa de que cancelar el proyecto aeroportuario no fue tan costoso. El desatino desvió la atención del fondo, y la opinión pública se centró en la forma. La cifra real del costo de la cancelación sigue siendo una interrogante.

Qué bueno que la Auditoría se desdijo; qué mal que fue después de hacer público algo que tendría que haberse revisado de manera pulcra antes de ventilarse. 

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El responsable del fiasco tiene nombre. El titular de la ASF, David Colmenares, tiene que irse. Le ha provocado un boquete a una Institución necesaria para la transparencia y rendición de cuentas. Mientras permanezca en el cargo, difícilmente podrá cerrarse ese agujero.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

 

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