COLUMNA INVITADA

Espejo y reflejo

Morena tiene que madurar o corre el riesgo de convertirse en lo que el Partido Republicano es para Trump

OPINIÓN

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Lila Abed/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de México Créditos: Foto: Especial

El triunfo del presidente Joe Biden levantó optimismo de que el auge de los demagogos se debilitaría. Sin embargo, la absolución de Donald Trump en el Senado demostró la capacidad que tienen estos líderes, aún estando fuera del poder, de mantenerse vigentes y en control del partido que representan. A pesar de que sobró evidencia para confirmar que el expresidente durante meses preparó a su base electoral para el asalto al Capitolio, difundiendo sistemáticamente una campaña de desinformación en sus redes sociales sobre el supuesto fraude electoral, al igual que teorías de conspiración, los republicanos lo protegieron hasta la última instancia.

No importó que haya puesto en riesgo la transición pacífica del poder, ni la estabilidad del sistema democrático. Prevalecieron los intereses políticos y personales, sobre el bienestar de la nación.

En el mundo de los demagogos sólo existen ellos mismos. Logran inculcar miedo en sus seguidores para que se conviertan en un reflejo de su imagen. Los republicanos han abandonado su poder individual y moral, sacrificando su consciencia y principios para justificar los de Trump.

La mayoría de ellos saben que necesitarán la base electoral del exmandatario para ganar las elecciones de 2022 y 2024. Otros temen la reacción que causaría traicionar a Trump, ya que tiene secuestrado al partido. Y también, existen aquellos que prefieren caer en lo incorrecto que aliarse con los demócratas.

En esta burbuja de extremos ideológicos y polarización política en la que se encuentra Estados Unidos, debe de servir como una lección para lo que ocurre en México. Ningún partido político se fortalece cuando funciona para complacer los intereses y visión de una sola persona.

La historia demuestra que las democracias que perduran son las que se apegan a las reglas constitucionales y a los principios democráticos. Tiene que haber tolerancia mutua entre partidos opositores, que se acepten como rivales legítimos, pero no como enemigos.

La sociedad civil juega un rol crítico en cualquier democracia, pero los partidos políticos y sus integrantes son los guardianes del sistema. En nuestro país, como en Estados Unidos, la polarización ha roto los mecanismos de cooperación mutua entre fuerzas opositoras, es imposible establecer puntos de convergencia cuando están aferrados a tumbar a sus contrincantes, y no en gobernar para el beneficio de todos los ciudadanos.

La alianza entre el PRI, PAN y PRD tiene que representar un proyecto de nación que vaya más allá de criticar al Presidente. No puede quedarse en una conveniencia electoral, tienen que aclarar cómo van a gobernar si es que triunfan. Los partidos nuevos tienen que funcionar como alternativas reales a los dominantes, no ser satélites del que esté en el poder. Morena tiene que madurar y dar el salto de ser un movimiento a un partido político. Su intolerancia por la crítica ajena debe de traducirse en un diálogo interno de autocrítica, si es que quieren sobrevivir cuando AMLO deje la silla presidencial. De no ser así, corren el riesgo de convertirse en lo que el partido republicano hoy es para Donald Trump.

POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@LILAABED

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