No hay sistema político que pueda otorgar total efectividad a la participación política. Tampoco ninguno que pueda lograr que los gobiernos sean agentes perfectos para toda la ciudadanía. Y, sin duda, ninguno por sí solo puede generar y sostener el grado de equidad económica que muchas personas querrían que prevaleciera. (Przeworski 2014).
Según el presidente López Obrador, México va muy bien. Sus defensores sostienen que su popularidad es tan alta (65 por ciento) porque la población está muy satisfecha. Sin embargo, el discurso no podrá sostener la ineficacia del gobierno ni la crisis rampante en la que se encuentra nuestro país.
En un México en “paz” nunca antes había habido tantos homicidios dolosos.
Al mes de diciembre del tercer año de gobierno, la cifra de muertos supera a todos los asesinatos ocurridos en el sexenio de Peña Nieto y Calderón. Han muerto más de 100 mil personas y nunca antes en la historia del país habían asesinado a tantas mujeres.
Debido a la incapacidad en el manejo de la pandemia han fallecido más de 600 mil personas. De seguir así, hacia el final del sexenio podríamos llegar a un millón de hombres y mujeres que perdieron la vida por la ineptitud del Presidente y su gabinete.
Según Coneval, a las filas de la pobreza ingresaron casi 10 millones de mexicanos y mexicanas principalmente por la falta de ayuda del gobierno para evitar el cierre de empresas y pérdida de empleos. Desde que inició su gobierno, en México cada vez hay más gente que tiene hambre; que sufre por el dolor de diversas enfermedades para las que no hay medicamentos; transita en la inseguridad más peligrosa y sobrevive entre la desigualdad provocada por la corrupción más rapaz.
En México, la popularidad del Presidente se basa tan solo en el discurso mañanero. La grandilocuencia de los populistas como Trump, Hitler y Stalin, por ejemplo, convencían a las masas porque escondían su intolerancia e incompetencia culpando las acciones de sus predecesores.
Señalaban a los opositores de corruptos y ladrones logrando empatía entre los electores.
Victimizaron a los más vulnerables mediante sermones sobre la desigualdad y la injusticia.
Primordialmente, fueron brillantes y eficaces en polarizar a sus sociedades.
Propusieron simples soluciones a grandes problemas, la mayoría insostenibles a largo plazo.
López Obrador regala el dinero disfrazando de programas sociales la construcción de un maquinaria electoral para perpetuarse en el poder.
Su estrategia es la aminoración de la emergencia cotidiana de los más necesitados, logrando con ello sostener la esperanza de un mejor porvenir.
Su popularidad es un discurso sin sustento.
Es cuánto.
POR JORGINA GAXIOLA
JORGINAGAX@GMAIL.COM
@JORGINA_GAXIOLA
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"Las mujeres no saben gobernar"