ANÁLISIS

El Grupo de Puebla y la geopolítica latinoamericana

Se echó de menos la necesidad de tener una plataforma supranacional de formación militar

OPINIÓN

·
Ismael Carvallo / Análisis / Opinión El Heraldo de México

La semana pasada tuvo lugar en la Ciudad de México el séptimo encuentro del Grupo de Puebla, organización internacional fundada en 2019 para aglutinar a la izquierda política latinoamericana alrededor de una agenda de articulación ideológica y política regional. El tema central fue el de la definición de las bases para un modelo solidario de desarrollo. 

De entre las personalidades invitadas, destacaron de manera particular los expresidentes Rousseff, de Brasil; Correa, de Ecuador; Samper, de Colombia; Lugo, de Paraguay, y Rodríguez Zapatero, de España, además del canciller Marcelo Ebrard y su subsecretario para América Latina, Maximiliano Reyes, así como los fundadores del grupo Mario Delgado, presidente de Morena y principal anfitrión del encuentro, y Marco Enríquez-Ominami, excandidato presidencial independiente de Chile. 

Revisando la declaración conjunta, y habiendo tomado nota de lo que fue ventilado en las deliberaciones, salta a la vista una dualidad de propósitos estratégicos: por un lado, continuar con el esfuerzo dramático de mitigación de la desigualdad en cada una de nuestras naciones, tomando como punto de partida el dato escandaloso de que Hispanoamérica sigue siendo el área más desigual del planeta (de aquí la importancia de encontrar las bases para un modelo solidario de desarrollo); por el otro, mantenerse firmes en la tesis de que el Estado fuerte debe de ser la figura fundamental de coordinación de los esfuerzos nacionales, enderezándose como motores activos y dinámicos, tanto de desarrollo productivo y económico y también haciéndolo como actores centrales en la definición de instancias de regulación económica regional, como es el caso de la iniciativa de creación de una Agencia Pública Regional de Calificación de Riesgos, que tendría una función estratégica de primer orden, al evitar que la evaluación de las condiciones financieras y económicas de nuestros estados quede solo en manos de agencias calificadoras privadas, cuya pretendida neutralidad técnica quedó hecha trizas, sobre todo, durante la crisis global de 2008. 

Como horizonte de largo plazo de todo lo planteado, sigue estando presente la cuestión candente de la unidad continental latinoamericana; es “el problema de Bolívar”, podríamos decir, que Jorge Abelardo Ramos resumiría muy bien al afirmar que no es que no nos unamos porque seamos subdesarrollados, sino que somos subdesarrollados porque no hemos logrado unirnos. Se echa de menos la discusión de dos cosas de rango geopolítico: la necesidad de tener una plataforma supranacional de formación militar con ideología propia, y la necesidad de articular geopolíticamente la potencia energética de nuestras naciones. ¿Alguien se imagina lo que supondría mundial e históricamente una alianza estratégica entre Pemex, PDVSA, Ecopetrol, YPF y Petrobras? Yo también.

POR ISMAEL CARVALLO
ASESOR EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
@ISMAELCARVALLO

PAL