Columna invitada

Año Nuevo: Esperanza de una vida mejor

En David Copperfield, el ilustre escritor inglés Charles Dickens nos relata la valía de compartir y de solidarizarse, aun en los momentos más críticos

Año Nuevo: Esperanza de una vida mejor
Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En David Copperfield, el ilustre escritor inglés Charles Dickens nos relata la valía de compartir y de solidarizarse, aun en los momentos más críticos. 

Al transcurrir los últimos días del año, entre la alegría de las fiestas navideñas, cuando nuestras ciudades se engalanan y embellecen con adornos que casi cobran un sentido irreal bajo la luz multicolor de millones de focos, se forja y fluye entre los hombres un espíritu fraternal, una especie de unión espiritual, que se vierte en ternura hacia los niños y comprensión para los mayores. Es también cuando más impresiona la miseria y la injusticia, cuando el corazón saturado de generosidad siente un anhelo incontenible de paz y bienestar para todos. 

La presencia del advenimiento de la Natividad opera ese milagro universal frente a los ojos de los incrédulos y los escépticos y el mundo se conmueve, vibra y espera, siempre con optimismo una vida mejor, más plenamente humana, en la que todos los habitantes de la tierra se aproximen y se comprendan por la identidad de su condición y la altura de su destino. 

Lo mismo el culto y el profesionista, que el burócrata o el obrero, y aun los desheredados de la fortuna, hacen proyectos nobles, de mejoramiento material y moral, de superación humana. Esperan del año que se aproxima una situación más bonancible y se forjan ideales con el firme deseo de llevarlos adelante. Si ese espíritu navideño, si esa luz divina que se filtra entre las nubes y sombras creadas por la ambición del hombre, por la incomprensión y el egoísmo, persistiera entre nosotros, el año nuevo sería sin duda alguna, una nueva era, una etapa en que se llevarán a la vigencia los más altos ideales, en que la solidaridad y la ayuda mutua contribuirían a mitigar los dolores y las miserias humanas, en que la comprensión suavizaría las tensiones existentes entre los pueblos. 

Cada quien en su esfera de actividades puede y debe dar su aportación, que no es apostolado, sino humanismo, a lograr esos fines. El abogado luchando porque se aplique el Derecho de una manera imparcial, estricta y humana a la vez; el estadista poniendo los medios para que la justicia social se lleve a cabo en todos los sectores; el médico anteponiendo la salud y la integridad corporales de los pacientes frente a sus intereses económicos. Todos los seres humanos, en suma, cumpliendo su tarea, humilde o importante, con plena conciencia de que están contribuyendo al bien general.

Espero y deseo que todos y cada uno de nosotros, para este 2022, tengamos siempre en la mente ese bello pensamiento de François Mauriac: “Podemos ser un poquito mejores de lo que somos”. 

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA

MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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