Durante el siglo pasado, el gobierno de EU y la dictadura de Augusto Pinochet, crearon un programa educativo el cual consistió en que varios profesores de la Universidad de Chicago liderados por el Milton Friedman —Premio Nobel de Economía y principal exponente del neoliberalismo— reclutaron a un grupo de jóvenes denominados los Chicago Boys, a quienes formaron bajo sus principios económicos y años más tarde ocuparon cargos en el régimen pinochetista para implementar políticas de corte neoliberal.
El legado de los Chicago Boys está plagado de claroscuros en la sociedad chilena; por un lado, el país se convirtió en el segundo con mayor PIB per cápita de la región con cerca de 26 mil dólares al año, redujeron la pobreza, que en 1990 alcanzaba 40 por ciento de la población y para 2020 apenas alcanza a 9 por ciento. Y, por otro lado, una gran desigualdad y alto endeudamiento, con base en datos de la CEPAL, 1 por ciento de los más ricos poseen más de una cuarta parte de la riqueza y la deuda de los hogares asciende a 75 por ciento de los ingresos.
Debido a las altas cifras de desigualdad, en la última década los reclamos de la sociedad se intensificaron, al grado que en 2019 se produjo un estallido social en todas las regiones detonado por el alza a la tarifa del transporte público de Santiago, anunciado por el presidente Piñera.
Al paralelo de los conflictos sociales de la última década en Chile, se fue erigiendo la figura de Gabriel Boric en la esfera pública de su país. En 2011 se convirtió en el principal líder estudiantil y como diputado abanderó las causas de los más desfavorecidos y su figura tuvo un mayor impulso durante el estallido social de 2019, siendo uno de los firmantes del acuerdo que estableció la realización de un plebiscito nacional para una asamblea constituyente con miras a redactar una nueva constitución. A principios de este año, Boric presentó su candidatura a la presidencia, con un programa centrado en justicia social, derechos humanos, lucha contra el cambio climático y feminismo, que buscaba representar una nueva izquierda diferente a la liderada durante mucho tiempo por demagogos populistas en la región y cuya intención es establecer un nuevo estado de bienestar.
Boric logró ganar la contienda electoral —marcada por la polarización generada por las diferencias entre sus propuestas y las de su contrincante de ultraderecha, José Antonio Kast—. En este sentido, a pesar de su victoria electoral, Boric enfrenta un camino de retos de gran magnitud: en primer lugar, tendrá la dura tarea de generar acuerdos con la oposición para lograr llevar a cabo sus principales reformas; y sus propuestas económicas tendrán como principal obstáculo un margen fiscal sumamente limitado para su implementación. El éxito de Gabriel Boric dependerá de sus habilidades políticas, y con ello puede representar una oportunidad para reposicionar a la izquierda de la región latinoamericana.
POR EMILIO SUÁREZ LICONA
CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL
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