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Qué hacer con tanto talento

Creo que todos los genios artísticos, aunque públicamente no lo reconozcan a través de una entrevista, sí son realmente conscientes de cuál de sus aptitudes es la que mejor se les da, o al menos, la que más disfrutan

OPINIÓN

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Atala Sarmiento / AnecdATArio / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

A las almas talentosas hay veces que no les basta un solo espacio para exponer todo el potencial que llevan dentro.

Diversificar su actividad es algo común en personas con una potente vena artística. Durante los años que he dedicado al periodismo me he topado con varios de estos perfiles en la música y el cine especialmente.

Y por ello tuve la inmensa curiosidad de preguntarles a algunos de ellos, en mis entrevistas, si se consideraban más aptos para una u otra de sus habilidades.

Creo que todos los genios artísticos, aunque públicamente no lo reconozcan a través de una entrevista, sí son realmente conscientes de cuál de sus aptitudes es la que mejor se les da, o al menos, la que más disfrutan.

Ello me lleva directamente a pensar en Miguel Ángel Buonarroti quien fue brillante en todo lo que emprendió: pintor, escultor, arquitecto y poeta. Sin embargo quizá él mismo encontraba mayor gratificación en la escultura que en la pintura, por ejemplo.

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En sus obras puede notarse claramente tal inclinación, tanto así que se convirtió en un absoluto obsesionado con las formas del cuerpo humano; las estudió tan a profundidad que logró replicar sus formas de manera muy perfecta cincelando grandes piezas de mármol.

Pero quizá la evidencia más contundente sea la que él mismo dejó por escrito en un poema que dirigió a Giovanni da Pistoia, literato y director de la Academia Florentina, mientras prosperaba una de sus más grandes y reconocidas obras: los frescos de la Capilla Sixtina.

Miguel Ángel pasó 4 años sobre los andamios que él mismo construyó para pintar los techos a 18 metros de altura en la Capilla. Aunque sus contemporáneos lo describieron en diversos escritos como un hombre mediano, delgado y musculoso, un reciente estudio de unas supuestos zapatos que pertenecieron al genio del Renacimiento, determinó que 1.57 era su estatura.

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Considerando esto, lo más normal sería que tuviera la facilidad de enrollarse y desenrollarse para completar la obra a la tímida luz de una vela. Sin embargo la realidad parece haber sido otra como lo dejó asentado de puño y letra sentenciando la devastación a la que sometió a su achaparrada complexión pintando una de sus obras maestras.

En su texto Miguel Ángel dice haber desarrollado bocio con semejante tortura entre muchas otras sorprendentes declaraciones. Pero lo más desgarrador es el final en donde suplica por la intervención de su amigo Giovanni:

Mi pintura está muerta,
Defiéndela por mi, Giovanni, protege mi honor.
No estoy en el lugar correcto. No soy un pintor.

Ni el mismo Miguel Angel se creería que actualmente esos frescos que tanto lo torturaron son visitados cada día por 25 mil personas en comparación con las 22 mil que contemplan El David, su escultura más perfecta entonces ¿Escultor? o pintor...

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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