Ganó los comicios con 70 por ciento de los votos. No tiene programa preciso y su estilo es de alguien que sigue en campaña electoral. Para él, lo principal es "satisfacer las necesidades de la gente".
El personaje austero, se volvió a conectar con la "revolución", con la "historia"; y habla del "pueblo" y "a nombre del pueblo".
Al inicio de su Presidencia vestía como cualquier funcionario, vivía en su propio apartamento y recibía una pequeña pensión. Profundamente conservador en lo social, gusta de criminalizar a la crítica. Designó a una mujer al puesto de primera ministra, aunque él mismo niega las violaciones que se cometen contra los derechos de las mujeres en su nación.
Cuenta con el apoyo de una sección de ciertos intelectuales y de las clases populares. Tiene el sostén del Ejército; éste no es aún el pilar del sistema, pero sigue obteniendo cada vez más espacio en el juego político y económico.
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En general, la población está cansada de la corrupción, la inflación, el desempleo, la paralización del debate político. Para la mayoría, acudir a este hombre providencial era una solución con la que quería experimentar. Hacia el mundo, el presidente hace acomodos retóricos para dar a los socios externos la impresión de que en su país, Túnez, hay una democracia funcional.
En un discurso a la nación, el presidente tunecino Kais Saied, quien asumió los plenos poderes en julio, anunció este lunes la prórroga de la suspensión del Parlamento hasta la celebración de nuevas elecciones legislativas, el 17 de diciembre de 2022.
También ha indicado que una reforma de la Constitución se elaborará después de una consulta en línea a partir de enero. El Presidente de ese país asegura que su única motivación es combatir la corrupción y proteger la soberanía popular. La ocupación de Saied es reorientar los medios de poder y réplica en sí mismo.
Y, con todo, Saied sigue siendo muy popular, especialmente entre los jóvenes, incluso entre personas que lucharon durante la revolución contra la dictadura de Ben Ali. Mientras tanto, los partidos de la oposición intentan salvar su lugar y privilegios.
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Las potencias occidentales critican las inclinaciones autoritarias del Presidente de Túnez, país "Cuna de la Primavera Árabe", para luego acomodarse lo mejor posible a ellas. Necesitan a Túnez, como a Turquía, para contener la migración y comerciar.
Algunos países regionales lo apoyan explícitamente, como Egipto y las monarquías del Golfo, quizá porque empieza a parecerse un poco a ellos.
Lo que inició como una transición democrática en Túnez muestra claroscuros. O marcha con revuelo hacia la oscuridad. Señala paradojas y puntos de inflexión peligrosos, cuyos costos la población pagará por muchos años. Son retrocesos autoritarios de los que no será fácil recuperarse.
POR MARTA TAWIL
INVESTIGADORA DE EL COLMEX
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